Con
justa razón, la empresa Soriana denuncia hechos por la violencia nacifascista
que está padeciendo, y acusa de ello, directamente, a Andrés Manuel López
Obrador.
Si
Soriana, como persona moral, es culpable de algo, debe demandársele por las
vías legales y ante los tribunales previamente establecidos, pero no mandar a
grupos marionetas para que cierren las tiendas, les pinten ofensas en sus
inmuebles, o les afecten su mercancía.
Esa
actitud violenta sólo la practicaban las falanges fascistas; y México es país
que siempre ha reprobado esas actitudes totalitarias vengan de donde provengan.
Ante
esa denuncia de Soriana, Andrés Manuel únicamente responde: "No me culpen
a mí. Serénense, le pido a esa cadena de supermercados..."; y, claro, la
mayoría de los mexicanos observamos que quien debe serenarse es el propio López
Obrador.
Obvio,
por igual, todos los mexicanos necesitamos sosegarnos, unirnos, y ponernos a
trabajar. Para esto se requiere acabar con el desempleo, generando fuentes de
labor productiva, de bienes y de servicios, que finiquiten un ocio maléfico y
masivo que nos ha corroído en forma severa.
Nunca
vamos a sosegarnos ni a unirnos ni nos vamos a poner a trabajar,
productivamente para nosotros mismos, si nos violentamos unos frente a otros.
Por
ejemplo, a la equívoca pancarta: "matemos al PRI", puede exhibirse
otra errónea de la contraparte que llame a "matar al PRD"; y esto
puede subir de tono hasta enfrentar a mexicanos contra mexicanos, y
ensangrentar, estúpidamente, el suelo patrio sin sentido cual ninguno. ¡Como si
no tuviéramos ya suficientes problemas!
Nuestra
economía es endeble; la educación nacional no es aceptable; por todo el sistema
mexicano transita la corrupción impunemente; no encuentra la inseguridad
pública a la procuración de la justicia; y ésta se encuentra divorciada de los
órganos jurisdiccionales, los que lamentablemente pueden confundirse en sus
resolutivos.
Si
fuera poco lo anterior, nuestra capacidad productiva es de cantidad reducida,
con baja calidad, y mano de obra mal pagada; mientras la forma en que
distribuimos la riqueza ha quedado marcada por la ley del embudo, la boca
grande para pocas familias, y el agujero microscópico para millones de
hambrientos.
Nuestra
pésima organización, también, se ha plegado a sufrir una explotación
internacional manipulada por los poderosos gobiernos y capitales del planeta.
Ante
tan explosiva realidad, andamos jugando con lumbre en una etapa postelectoral
saturada de combustible, alentando con socarrón activismo semiencubierto a un
México bronco en su modelo de siglo XXI.
La
frase "sosegar a México" fue constantemente utilizada por Andrés
Manuel López Obrador durante sus discursos antes del día de la elección.
Pero
ni él se lo cree. La mentira forma parte de su naturaleza. Su falsedad lo
perdió desde el 2005 en que dijo: "A mí que me den por muerto. No aceptaré
ser candidato a la Presidencia de la República".
Y
aceptó, dando suficientes muestras de que le ha gustado ser candidato a la
presidencia: un candidato a perpetuidad.