Cuando se ejerce un cargo de elección popular, y se pide
licencia para separarse de él, a efecto de ser candidato a otro cargo público,
independientemente de los resultados de la nueva elección, no se debe retornar
al cargo dejado por licencia.
Primero, porque al pedir licencia está optando por el nuevo
puesto, o por las expectativas electorales de éste; y este optar es un desprecio
para el cargo que se deja. La palabra "desprecio" no la empleo aquí como un ultraje, sino simplemente
como un apreciar más la posición política electora que se busca.
Segundo, porque si el mismo elector no le da su voto de nueva
cuenta al aspirante que abandonó su anterior cargo, significa que no sólo
descalifica al candidato para el nuevo cargo electivo, sino que reprueba la
irreverencia del menosprecio a la responsabilidad que antes le había otorgado.
Tercero, por simple vergüenza personal, y por el cuidado de
la dignidad, si es que se tuviera, no debe regresar. Y la carencia del decoro
la observa de inmediato el pueblo, quien jamás votará por gente carente de este
valor.
Un ejemplo de este caso es el de Marko Cortés, quien habiendo
sido electo senador al Congreso de la Unión, "haiga sido como haiga
sido", solicitó licencia al senado para postularse como candidato a la
gubernatura de Michoacán, optando por esta posibilidad, y despreciando al
senado.
En la elección interna de su partido, Acción Nacional, le fue
mal, ganándole esa candidatura la hermana del Presidente Felipe Calderón
Hinojosa.
Su gran enojo resultó de peligro, teniéndole que conceder el
PAN, por dedazo y como consuelo, la candidatura a la presidencia municipal de
Morelia, sin ser moreliano ni tener este domicilio, violando en la realidad la
Constitución del Estado, y cubriendo las formas con irregularidades, en lo que
ha dado suficientes muestras de ser especialista.
Así que se retiró del senado para ser candidato a gobernador,
no para ser candidato a presidente municipal. Y de esta manera burló a la
Cámara de Senadores.
Pero igual hubiera perdido la gubernatura, como perdió
contundentemente la presidencia municipal, voto por voto, casilla por casilla,
en doble y triple contabilidad, y con todas las actas de esos escrutinios
firmadas por los representantes del PAN.
Michoacán lo reprobó, y Morelia lo volvió a reprobar, más
cuando con toda desfachatez, y sin rubor, ha retornado al cargo de senador, a
la responsabilidad que despreció, desatendiéndola durante muchos meses.
El retorno a la ubre lo acaba de realizar, según diversas
notas periodísticas, no sin antes expresar con todo descaro, así, textualmente
que: "El PRI aceptó que se violó la normatividad electoral en
Morelia". No sé quién del PRI diría esto, pero quien haya sido acertó.
Pues en efecto, la normatividad electoral en Morelia la violó
Marko Cortés, el PAN, el Tribunal Regional Electoral de Toluca, y el jefe de
todos ellos.