Barack Obama acaba de pronunciar
un discurso sobre la desigualdad que impera en los EU, vía pago de impuestos.
¡Y todo lo que se refiere a contribuciones es sagrado para el puritanismo gringo!
"In God we trust" no
lo grabaron en su conciencia, sino en su dinero, y todo el que no pague
impuestos sufre la cólera de su dios, a través de sus autoridades fiscales.
Recuérdese que a Al Capone cayó en la cárcel por no pagar contribuciones, y no
por asesinar ni extorsionar a sus compatriotas; así, el más grave de sus
delitos es la evasión fiscal.
Sorprendió, por ende, que el
Presidente Obama señalara con claridad: "Es hora de aplicar las mismas reglas a los de
arriba que a los de abajo: ni planes de rescate, ni dádivas, ni escapatorias...
que los ricos paguen lo que les
corresponde en impuestos. Estados Unidos va a durar, e insiste en que
cada uno asuma sus responsabilidades... vean esto como justicia, no como lucha
de clases".
Ése no sólo es el sentir y el decir
del presidente estadunidense, sino también el segundo hombre más rico del
mundo, Bill Gates, recién externó: "La
gente como yo no paga los impuestos que debería... el déficit
presupuestario de EU se resolverá con el sacrificio conjunto... aumentar los
impuestos a los ricos es simplemente lo justo".
Y el tercer hombre más
rico del mundo, Warren Buffet, dijo: "La tasa tributaria es
injusta, y debería cambiar. Deben ustedes saber que yo pago, proporcionalmente,
mucho menos que mi secretaria."
Y el primer hombre más rico del
mundo, el mexicano Carlos Slim Helú, ha guardado silencio al respecto. Y en
México la distribución de la riqueza es pésima, y no de ahora, pero con el
gobierno panista se ha venido agudizando.
En EU este asunto de política
impositiva ha venido calentando el ambiente de una manera insospechada. Mitt
Romney, rico y fuerte precandidato republicano, recibió la envestida, pues fue
directamente acusado de pagar proporcionalmente
mucho menos que la mayoría de estadounidenses.
Con
los miles de millones de dólares que tiene, y sólo pagó durante 2010 y 2011:
seis
millones de dólares, alrededor de 11%, cuando la tasa gringa anda del 30 al 35%.
Supongamos que a los votantes estadunidenses les agraden
los multimillonarios, que los admiren, los respeten, y hasta acaso los amen;
pero, a los que odian fervientemente es a los que no pagan los impuestos que
deben.
Lo que también es cierto es que al votante de los EU no
le gustan los aristócratas y los elitistas, sino el multimillonario que se
comporta como gente común, y que sabe compartir socialmente con todos.
Lo anterior es un llamado para los
multimillonarios mexicanos. ¿O no?