lunes, 19 de diciembre de 2011

Príncipes de la Paz TODOS LOS HOMBRES DE LA TIERRA

                   México es, y debe seguir siendo, un Estado Laico. Como tal, en nuestra Carta Magna hemos establecido la libertad religiosa, y la libertad para practicar el culto correspondiente a ella; claro, con sus limitantes.
                   Porque no hay ninguna libertad que no tenga límites, física, económica, y jurídicamente. Por ejemplo, tenemos la libertad de trasladarnos personalmente a Moscú en un minuto, a partir del Distrito Federal, pero ello físicamente no es posible, al menos ahora. Tenemos la libertad de comprar los castillos de Alemania, pero nuestra falta de dinero es un límite.
                   Así con la libertad religiosa, no se permite aquella que, al practicarla, nos haga cometer un delito, o generar faltas penadas por la ley. Una religión que practique sacrificios humanos no es permitida, pues con ella cometeríamos homicidio.
                   Obvio que la libertad de creencias religiosas incluye la libertad para no creer en ninguna; y garantizada por el artículo 24 de nuestra Constitución Federal esta libertad, la educación en nuestro país es, y debe ser, laica, como todo el Estado Mexicano.
                   Lo anterior constituye parte substancial del renacimiento, tanto educativa, religiosa, y políticamente. Y el renacimiento es la etapa histórica que vivimos, la que comenzando en el siglo XV, aún no concluye su pleno desarrollo.
                   Polvos y lodos de la Edad Media, y del Esclavismo, rigen aún en sociedades, y perviven en muchos rinconcillos de las conciencias de una buen cantidad de seres humanos. La intolerancia es uno de sus síntomas, junto con el dogmatismo. Y con esas dos actitudes negativas observan a los problemas del mundo, y al mundo.
                   Pero a los intolerantes y dogmáticos no debemos aplicarles nuestra propia intolerancia y dogmatismo, pues seríamos iguales a ellos. Con humanismo tolerante debemos estudiarlos, auxiliándoles positivamente en la medida de lo posible, a superarse.
                   El que Felipe Calderón Hinojosa, con su esposa e hijos, de todos mis respetos, vaya a orar por la paz y la reconciliación en México, y tomen la hostia para comulgar, en la Basílica de Guadalupe, y ante el Cardenal Norberto Rivera Carrera no me molesta ni me incomoda, ya que se encuentran en el ejercicio de su libertad de creencia y culto ceremonial.
                   Si hubiese algún problema, en inicio, sería para él, como titular del Poder Ejecutivo Federal de un Estado Laico, y en el ejercicio de sus delicadas funciones, al haber protestado guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
                   Pero el mismo problema de congruencia tendría si en lugar de ser católico fuese protestante, o budista, o mahometano. Y siendo difícil, no es imposible: pensar, expresarse, y actuar, conforme a su conciencia religiosa como camino escogido para su libertad; y, pensar, expresarse, y actuar, como un representante de un Estado Laico. Y esa es su responsabilidad y su tarea, en la inteligencia de que, los príncipes de la paz somos todos los hombres de la Tierra.