jueves, 22 de diciembre de 2011

Reconciliación en México NACER EN LA NAVIDAD

               Esta semana contiene, en sus dos días finales, a la Noche Buena y a la Navidad. Ojalá todas las noches fueran buenas, al igual que los días; como, de alguna manera, la natividad se da cuando algo nace y, siempre, algo nace en el mundo, y también dentro de nosotros mismos.
                   En estos inviernos que comienzan, el hogar es un símbolo presente, y él inspira la tranquilidad y la concordia. Al menos eso es lo que debemos hacer de todos y cada uno de los hogares mexicanos.
                   Por la paz y la reconciliación en México, que es nuestro gran hogar, podemos, debemos, y queremos, luchar todos, independientemente de creencias religiosas, o de estar ajenos a ellas. Todos deseamos la paz, la que no únicamente es ausencia de guerra, o de violencia.
La paz apetecida es aquella en donde haya trabajo para todos, y en donde no se permita que nadie se apropie, para hacerse multimillonario irresponsable, de la plusvalía de los esfuerzos laboriosos de los mexicanos.
Tenemos que forjar una paz en donde tengamos acceso a la educación pública de calidad, laica de verdad, y auténticamente gratuita. Curiosa y dialécticamente pagada por nosotros, a través de nuestros impuestos, teniendo trabajo productivo y aceptablemente remunerador.
Una paz que nos permita desarrollarnos a todos, para resolver nuestros problemas, comprendiendo, primero, las causas de esas dificultades.
Por ejemplo, si con tolerancia, pero con espíritu crítico y visión científico, analizamos lo expresado por el Cardenal Rivera sobre "la situación que vive México, asolado por la violencia y por tantas formas de odio; la que se debe a que como Nación nos hemos separado del camino que marca la fe católica", tenemos que decidir si esto es cierto, o si su decir resulta un error.
Necesitaríamos, antes que nada, saber cuál es ese camino que marca la fe católica, no vaya a ser que no nos conduzca ni a la paz ni a la reconciliación en México.
Sin embargo, cualquier alto dignatario de la religión judía, o de la confusionista, podría manifestar algo similar: "la situación que vive México, por la violencia y el odio, se debe a que como Nación nos hemos separado del camino que marca la fe judía", o la confusionista, o la taoísta. Incluso cualquier partido político, o cualquier grupo  ideológico, podría tomar esa frase como propia para crear proselitismo.
Históricamente hubo una fe católica que llevó a nuestros antepasados, mediatos e inmediatos, a la violencia y al odio.
A pesar de lo anterior, todos queremos la paz y la reconciliación, de hecho, y no sólo de palabra. La tarea no es difícil, simplemente bastaría con nuestra voluntad, programando nuestro cerebro para ello.
Nacer con la Navidad no es tautológico, sino toda una responsabilidad. Bien puede nacer ahora la paz y la concordia, por la vía de la reconciliación.
Por cierto, feliz Noche Buena, y feliz Navidad, para todos.