lunes, 12 de diciembre de 2011

Verborrea Desesperada APRENDER DE NUESTROS ERRORES

           El discurso de Felipe Calderón Hinojosa, todavía Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, no resiste análisis lógicos. Sus palabras de joven, sus palabras de diputado opositor, sus palabras de candidato a la primera magistratura del país, y sus palabras de titular del Ejecutivo Federal en el sexto año de su ejercicio, no reflejan congruencia en su desarrollo.
            Acaso sólo son eso: palabras, sin llegar a configurarse como un consistente lenguaje que sostiene, conceptualmente, el discurso vital de una persona.
            Esos mensajes orales del Presidente de México, tan zigzagueantes como superficiales, no traslucen solidez ni dirección precisa; confunden tanto a la población, que ésta termina por descalificar al emisor, y a los repetidores del jefe.
            Todavía no habíamos asimilado su discurso para homenajear a cinco distinguidos panistas, a quienes tan simplonamente declaró "héroes y mártires", y sobre los que, utilizándolos de pretexto, mandó mensajes para descalificar toda la costosísima elección a la gubernatura de Michoacán ganada, según él, por el crimen organizado, cuando ya estaba tratando de recomponer su alocado decir.
            Y es que todo lo fincó en supuestas pruebas que no tienen el alcance probatorio que él pretende, ni en lo sustancial ni en el ámbito espacial correspondiente: en el atroz asesinato del presidente municipal de La Piedad, y en un mensaje publicado en el periódico A. M. que circula sólo en ese municipio del noroeste de estado que se avecina con Guanajuato. La lógica le replicó, a través de responsables analistas: "ese asesinato le ayudó al PAN a ganar La Piedad"; "pero esa causal puede conducir a nulificar las elecciones en La Piedad, no las de todo Michoacán"; "el responsable de la seguridad y de la procuración de la justicia, en materia de crimen organizado, es el propio Presidente de la República, a través de sus colaboradores correspondientes, y al respecto nada ha hecho".
            Pero si esa elección a la gubernatura de Michoacán la hubieses ganado su hermana, Luisa María Calderón Hinojosa, el discurso del Presidente Calderón hubiese sido otro: "se le ganó a la delincuencia organizada; Michoacán, y los michoacanos, hemos triunfado", y de inmediato se hubiera comunicado telefónicamente con la Cocoa para felicitarla, brindándole todo el apoyo incondicional del gobierno federal.
            Al resultar la elección a favor del PRI y de Fausto Vallejo Figueroa, el discurso del Presidente Calderón Hinojosa fue distinto, incongruente, y aturdido, faltándonos al respeto a todos los michoacanos que votamos, en plena libertad, responsablemente, y conscientes de la manera en que emitimos el sufragio.
            Tomas Tranströmer, el poeta sueco a quien se le acaba de entregar el Premio Nobel de Literatura, desde hace años subraya un consejo para todos: "el ser humano debe emprender, siempre, un viaje al centro de las cosas". Por qué no intentamos utilizar, en nuestra vida política, ese señalamiento literario, señor Presidente, antes de pronunciar o escribir nuestras palabras, y más en el caso de Usted, por su grave responsabilidad.