Todos
los mexicanos le pagamos a Felipe Calderón Hinojosa para que sea, de tiempo
completo, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. No le pagamos para que
sea y actúe como dirigente del Partido Acción Nacional.
Si
está claro lo anterior, mal hace el Presidente de México en ocuparse, rebajando
la respetable investidura de titular del Poder Ejecutivo Federal, a la de
vulgar promotor de su partido político.
Ahora,
a Felipe, le ha dado por ocupar su tiempo en promover candidaturas del PAN, al
Congreso de la Unión, dentro de su gabinete. La primer comalada la forman el
secretario del Trabajo y Previsión Social Javier Lozano Alarcón, el secretario
de la Función Pública Salvador Vega Casillas, y su secretario particular
Roberto Gil Zuarth.
Esa
actividad política partidista la efectúa Calderón prematuramente, antes de las
posadas, la navidad, y el año nuevo, suscitando dudas, incluso dentro de las
filas panistas, de si esos tres son los mejores.
Javier
Lozano es de los más odiados por el pueblo, y no es necesario decir el porqué;
en esto le gana con largueza a Ernesto Cordero.
En realidad, nunca como ahora el Presidente
Calderón Hinojosa está mostrando a todo México, sin ningún recato, lo peor de
su persona. Nos insultó a todos los michoacanos por haber ejercido nuestro voto
en la contienda electoral 2011, y pretende como jefe del PAN que se nulifiquen
nuestro sufragios, todo para violar nuestra soberanía ejercida, y como un
vengador por la pérdida de la gubernatura, la que había ofrecido a Luisa María
Calderón Hinojosa, su propia hermana.
Nos
ha causado agravio a los michoacanos, y a los mexicanos, al pretender a través
de Gustavo Madero Muñoz, líder formal de Acción Nacional, burlar y violar el
voto que emitimos la mayoría de los morelianos a favor del profesor Wilfrido
Lázaro Medina, en ánimo de imponer caprichosamente a Marko Cortés.
¿Cómo pueden ser capaces el PAN, su
dirigente real, y su líder formal, de tamaña afrenta? Ante su ira personal por
ese resultado electivo, qué mal hizo Felipe al provocar que Madero fuera a ver
al presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, para plantearle: “Yo tengo que darle algo al
presidente, no puedo volver con las manos vacías, te ofrezco una negociación:
déjenos la alcaldía de Morelia, y a cambio frenamos las investigaciones en tu
contra por la deuda de Coahuila”.
Y que bien hizo Moreira al
contestar un "no" terminante, y determinante para respetar el voto
ciudadano, el que se contó uno por uno, ganando la presidencia municipal de
Morelia Wilfrido Lázaro.
Cuando los casos de Michoacán
lleguen ante el Poder Judicial de la Federación, específicamente al Tribunal
Federal Electoral, seguramente que el Poder Ejecutivo a su cargo querrá afectar
la independencia y el ejercicio soberano de ese Poder, y vulnerar la voluntad
ciudadana.
Todo lo anterior, y más, se
encuadra en lo que es la corrupción en azul, la que de antemano está reprobada.