miércoles, 1 de diciembre de 2010

JINETES DEL APOCALIPSIS

Planeta Vulnerable
JINETES DEL APOCALIPSIS                                                                             
            Desde este lunes 29 de noviembre hasta el 10 de diciembre, del año que transcurre, se encontrarán reunidos, en Cancún, Quintana Roo, los representantes de 190 países del nuestro planeta.
            El objetivo preciso que todos persiguen parece sencillo en la epidermis, pero es complicado en sus entrañas: evitar que la temperatura planetaria de la Tierra suba más de dos grados Celsius a finales de este siglo XXI, en relación a la época preindustrial, ya que si esto ocurriera, desaparecerían todas las ciudades que se ubican a la orilla del mar, como Nueva York, San Francisco, Río de Janeiro, y el propio Cancún, aparte de las afectaciones generales para todo la Tierra.
            Pero si el cambio climático no acaba con el mundo y las especies que lo habitan, nos asechan otros terribles peligros. ¡Tan firme y seguro como parece el mundo en el que vivimos! y, sin embargo, es muy vulnerable.
            Posibilidades reales, y no imaginarias, de desastres repentinos que podrían cambiar o destruir a la Tierra son: un impacto cósmico, erupciones volcánicas en una escala incontrolable, violentas sacudidas de las placas tectónicas que acomodaría de otra forma la tierra y los océanos, la actividad solar entrando en un periodo de desorden mayúsculo, los planetas vecinos iniciando, con locas sacudidas frecuentes, cambios dramáticos en sus orbitas.
            Esas son, entre otras, algunas de las causas ajenas a la voluntad de los seres humanos, en contra de las que no existe actualmente ninguna defensa posible, siendo también esos motivos destructores de escala macro, en relación a las dimensiones del hombre, porque bien puede venir la destrucción de la vida del micro cosmos.
            Pero, en fin, Armagedón aparte, en Cancún exclusivamente se reúnen los países, a través de sus representantes, con motivo de que el cambio climático en el mundo puede ser catastrófico. Desde 1988 la primera ministra británica Margaret Thatcher advirtió a líderes científicos británicos sobre su temor de que al producir cada vez más gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, "sin saberlo, hemos iniciado un experimento masivo con el sistema de este planeta".
            Más de dos décadas después, la amenaza del cambio climático la empezamos a percibir y a padecer todos. Inundaciones terribles en México, en la India, en Venezuela, sequías en partes en donde no se conocían, descongelamiento de los polos, huracanes, tsunamis o marejadas, más calor y al mismo tiempo más frío, extremando las temperaturas por doquier.
            Y ni los científicos ni los jefes de Estado se ponen de acuerdo en las causas de los cambios, ni menos en las medidas de solución que deben tomarse, ni en las dosis en que se apliquen los remedios propuestos; mientras, se están desencadenando cambios que escapan al control humano.
            Obvio que los intereses económicos en juego son supermillonarios. En 2009, en Copenhague, no pudo avanzarse. Esas reuniones han sido fábricas de declaraciones, pero nadie ha firmado serios compromisos obligatorios ni nadie predica con el ejemplo. ¿Discursos?, muchos, progresos ninguno.
            Como base general, debemos entender que todo es vida, y no sólo la nuestra o la semejante a nosotros; necesitamos comprender que a toda acción de nuestra parte corresponde una reacción igual pero en sentido inverso del medio ambiente; y, para transformar en nuestro real beneficio a la naturaleza, debemos obedecerla, ya que sólo así podremos mandar sobre ella.