miércoles, 10 de noviembre de 2010

ESPIRITISMO EN LA REVOLUCIÓN

Francisco I. Madero
ESPIRITISMO EN LA REVOLUCIÓN                                                                          
            Francisco I. Madero, (1873-1913) sin lugar a dudas, fue un hombre bueno, y líder indiscutible del grupo revolucionario que motivó que el Presidente de México, Porfirio Díaz Mori, renunciara a tan alto cargo, después de haberlo ejercido realmente por cerca de 35 años, ya que su compadre Manuel González le sirvió de amanuense durante su presidencia de cuatro años.
            La bondad del señor Madero le provenía, entre otras fuentes, del sistema moral establecido por el pedagogo francés Hipólito León Denizard Rivail, (1804-1869) más conocido como Allan Kardec, padre del espiritismo, y autor de El libro de los espíritus.
            La vida espiritista de Madero comenzó en 1888, leyendo la Revista Espirita de Kardec en la biblioteca de su padre, y se fortaleció durante sus cursos en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de París, de 1889 al 1891, en donde participó como médium escribiente en un centro en el barrio de Jouy-en-Josas.
            Al retornar a México, con el apoyo de su padre, un rico hacendado, tuvo su propio centro espiritista, al cual le llamó Sociedad de Estudios Psíquicos de San Pedro de las Colonias, en Coahuila, y ahí, como presidente de ese colectivo puso en práctica la facultad que le había sido revelada por sus amistades parisinas.
            Hace 10 años la Editorial Clío publicó la mayoría de las comunicaciones que le fueron dictadas a Francisco I. Madero durante el desarrollo de aquellas sesiones espiritistas. Esos mensajes del “más allá” repiten los interesantes conceptos de Kardec en sus libros.
            En ellos encontramos expresiones como: “¿El sentimiento de justicia es natural, o resultado de las ideas adquiridas? De tal modo es natural, que os subleváis a la idea de una injusticia. El progreso moral desarrolla sin duda ese sentimiento, pero no lo produce. Dios lo ha puesto en el corazón del hombre, y he aquí por qué encontráis a menudo en hombres sencillos y primitivos nociones más exactas de la justicia que en los que saben mucho.
            Los espíritus que se comunicaban con Madero repetían lo mismo que Kardec había externado en las cerca de 400 páginas de su libro central: “El espiritismo es un remedio para las enfermedades del alma; un bálsamo de esperanza y un instrumento para la evolución del espíritu hacia su propia perfección.
            Empero, ya para el año 1908, empezaron a llegar más politizados y agresivos dos espíritus, el del niño Raúl Madero, fallecido a los pocos años de su nacimiento, hermano menor de Francisco, y el amigo José Ramiro, quienes le aconsejaban: “Debes emprender una gran cruzada democrática por todo México… preocúpate por el bien de la Patria, ya que tienes que servirla en la medida de tus fuerzas… Tu misión es liberar a México, por lo que debes exigirte un dominio mayor de tus pasiones… No bebas ni fumes, ya que vas a ser el soldado de la libertad y del progreso… No te olvides de seguir leyendo ‘México a través de los siglos’… Debes leer periódicos y conocer a la perfección la situación política de país… Lleva notas y un diario cotidiano de tus actividades…
            Así que a Madero los espíritus buenos, con la teoría espiritista, lo condujeron al escenario nacional, a ser la cabeza de un movimiento histórico importante que, en pocos días, cumplirá 100 años, una Revolución que lo condujo a ser Presidente de México por poco más de 2 años, aunque con un trágico desenlace.
            Desde luego que el materialismo y el socialismo también influyeron en la Revolución de 1910; sin embargo, el inicial líder Francisco I. Madero era orientado por espíritus, sobre todo el de Allan Kardec.
            A mí no me agrada esa realidad, pero la reconozco como realidad.