lunes, 14 de junio de 2010

ENGAÑAR A MUCHEDUMBRES


Opulencia e Indigencia
ENGAÑAR A MUCHEDUMBRES
                                                                                        
            El mal de nuestro país se encuentra, según las expresiones de Andrés Manuel López Obrador en su reciente libro, en “la mafia que se adueñó de México”. Y esa mafia la constituyen las 30 familias más ricas de nuestra Nación.
            Ese señalamiento es oportuno, y tiene su grado de verdad, pues forma parte de la estructura histórica de lo que hoy es México. Recordemos que, desde los tiempos finales de la Nueva España, los Sentimiento de la Nación, conforme a la conceptualización hermenéuticos y patrióticos de José María Morelos y Pavón eran, nada menos pero nada más, que: “moderar la opulencia y la indigencia”.
            Y como no se han podido o querido moderar, por todas las mafias que ha padecido la patria, hoy estamos al borde de la explosión social.
            Nos falta, a los 110 millones de mexicanos, unirnos en torno a la idea de tener un sistema de organización socioeconómica que no permita, nunca más, que 30 familias multimillonarias dispongan de más de una centena de millones de seres humanos.
            Pero esas 30 familias archirricas no pueden ni deben ser suplidas por 30 familias perredistas, ni panistas ni priístas. No debemos de permitir que una tiranía sea suplida por otra. Cambiar una dictadura económica por una política, o por una religiosa, sería únicamente salir del comal para caer en las brazas.
            Afirmaba Heródoto (484-426 antes de nuestra Era) en su Historia, con sus 9 libros traducidos por Canon Rawlinson, que “es más fácil engañar a una multitud que a un hombre”, y no carecía de razón en esto. Por eso cada uno de los mexicanos debemos procesar sensatamente la causa de nuestros males, sin que por eso renunciemos a la socialización. Para, en forma positiva e inteligente, tomar las medidas individuales y sociales que nos conduzcan a la solución, de raíz, de nuestro mal y/o de nuestros conflictos.
            En mi caso personal observo que Andrés Manuel López Obrador tiene un diagnóstico acertado de lo que pasa en nuestro país, y un pronóstico aceptable, pero sujeto a revisión y ajuste. Me da cierta confianza el verlo rodeado de gente como Elena Poniatowska, Miguel Ángel Granados Chapa, Carlos Monsiváis, u otras personas que gozan de fama de honorables; empero, me genera profunda desconfianza, el verlo rodeado de mediocres, y rateros, disfrazados de izquierda, sean michoacanos o de cualquier otra Entidad Federativa.
            Pero el mal no sólo es de personas, sino de un torpe y perverso sistema que permite que unos pocos se adueñen, sólo para sí y sin ningún sentido social, de la plusvalía generada por los mexicanos que de verdad trabajan organizadamente y de manera productiva; y claro, se trata de personas que con toda maldad no permiten que ese sistema se cambie por otro mejor, superior, que produzca más, distribuyendo mucho mejor lo producido.
            Moderar la opulencia y la indigencia sigue siendo la clave; de tal suerte que el más rico no esté a una distancia de cien millones de veces del más pobre, sino como máximo a una distancia de 20 ó 30 veces del ingreso remunerador, al estilo de los países nórdicos o escandinavos; a quienes cito sólo como un referente, para contestar con esto a quienes señalan que lo dicho es una utopía, y que no se puede llegar a ello.
            Luchar por lo anterior vale la pena; convenciendo a cada mexicano, para que con una conciencia capacitada y libre así lo adopte; pero sin muchedumbres impreparadas, demagógicas, viscerales, hambrientas y sedientas de sangre, que sirven, exclusivamente, de carne de cañón para la siguiente tiranía.