lunes, 10 de agosto de 2015

Trump, precandidato deslenguado
LEVANTÓ LAS NAGUAS A LA DEMOCRACIA
        En discursos y acciones Donald Trump, precandidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos de América, siempre se sale con la suya.
        Siendo de los más ricos del mundo decidió que uno de sus edificios en el corazón de Chicago llevara gigantesco letrero con su apellido, violando reglas de la ciudad y, hasta el momento, Trump ha ganado.
        En su campaña electoral le ha dado por infamar a México y a los mexicanos; mientras oficialmente nuestro gobierno no ha hecho el pronunciamiento pertinente.
        Durante el debate de los 10 precandidatos republicanos que, punteando en los sondeos, recientemente se confrontaron en Cleveland, Trump, contumaz deslenguado, repitió con su folclórico lenguaje una antigua verdad formulada y repetida desde hace siglos por otros humanos, cada uno en su estilo, y para su espacio y tiempo.
        "Los precandidatos a la Presidencia de los EU son títeres de sus donantes ricos", denunció Trump. En principio, visto de forma simple, es tan cierto en la política gringa como en el resto del mundo, incluyendo a México, pero en cada país con sus propias realidades y matices.
        En EU son así los precandidatos, los candidatos, y los funcionarios electos, incluyendo a su Presidente. Las empresas transnacionales que navegan con bandera estadunidense, bajo su protección, tienen a su servicio a los llegados al poder con el dinero de ellas.
        Esa estructura gringa ya presenta fisuras peligrosas que pueden ser resueltas por la ágil y eficiente capacidad de reconversión que ha mostrado el sistema estadunidense.
        Trump espetó al senador de Kentucky Rand Paul: "Te he dado mucho dinero", colocándose, sin serlo en el fondo, como precandidato de excepción por ser multimillonario y donador constante a políticos en elecciones; ya que igualmente él, al final, es títere de los intereses que representa su vasto capital.
        Lamentablemente en México estamos imitando, también en política electoral, a los EU. Nuestras campañas son costosísimas y, pagadas por el erario y los particulares, dan como resultado que nuestros funcionarios públicos electos respondan a los intereses de sus donantes: los ricos por licitud o ilicitud, y el sistema al que sirve el funcionario que entrega la aportación pública presupuestada.
        Sin darse cuenta, acaso, Trump levantó las naguas a todos los sistemas electorales del mundo llamados pomposamente "democráticos", y exhibiendo a éstos y a sus participantes como marionetas de la plutocracia nativa o, incluso, de la internacional, ahora que hemos logrado la condición de globalizados.
        El sistema mexicano de tipo presidencialista no supimos desarrollarlo para bien de todos, o al menos de la mayoría; y en el año 2000 inició su quiebre, y sin tener algo superior que lo sustituya, corremos el riesgo de ir a la deriva.
        En México, lo sano es que todos reconozcamos y estudiemos públicamente nuestra realidad objetiva, comenzando por el Presidente Enrique Peña Nieto, a efecto de buscar con toda responsabilidad las opciones reales de solución, y aplicar eficazmente la mejor.