Trump, precandidato
deslenguado
LEVANTÓ LAS NAGUAS A
LA DEMOCRACIA
En discursos y acciones Donald Trump,
precandidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos de América,
siempre se sale con la suya.
Siendo de los más ricos del mundo
decidió que uno de sus edificios en el corazón de Chicago llevara gigantesco
letrero con su apellido, violando reglas de la ciudad y, hasta el momento,
Trump ha ganado.
En su campaña electoral le ha dado por
infamar a México y a los mexicanos; mientras oficialmente nuestro gobierno no
ha hecho el pronunciamiento pertinente.
Durante el debate de los 10
precandidatos republicanos que, punteando en los sondeos, recientemente se
confrontaron en Cleveland, Trump, contumaz deslenguado, repitió con su
folclórico lenguaje una antigua verdad formulada y repetida desde hace siglos
por otros humanos, cada uno en su estilo, y para su espacio y tiempo.
"Los precandidatos a la Presidencia
de los EU son títeres de sus donantes ricos", denunció Trump. En
principio, visto de forma simple, es tan cierto en la política gringa como en
el resto del mundo, incluyendo a México, pero en cada país con sus propias
realidades y matices.
En EU son así los precandidatos, los
candidatos, y los funcionarios electos, incluyendo a su Presidente. Las
empresas transnacionales que navegan con bandera estadunidense, bajo su
protección, tienen a su servicio a los llegados al poder con el dinero de
ellas.
Esa estructura gringa ya presenta
fisuras peligrosas que pueden ser resueltas por la ágil y eficiente capacidad
de reconversión que ha mostrado el sistema estadunidense.
Trump espetó al senador de Kentucky Rand
Paul: "Te he dado mucho dinero", colocándose, sin serlo en el fondo,
como precandidato de excepción por ser multimillonario y donador constante a
políticos en elecciones; ya que igualmente él, al final, es títere de los
intereses que representa su vasto capital.
Lamentablemente en México estamos
imitando, también en política electoral, a los EU. Nuestras campañas son
costosísimas y, pagadas por el erario y los particulares, dan como resultado
que nuestros funcionarios públicos electos respondan a los intereses de sus
donantes: los ricos por licitud o ilicitud, y el sistema al que sirve el
funcionario que entrega la aportación pública presupuestada.
Sin darse cuenta, acaso, Trump levantó
las naguas a todos los sistemas electorales del mundo llamados pomposamente
"democráticos", y exhibiendo a éstos y a sus participantes como
marionetas de la plutocracia nativa o, incluso, de la internacional, ahora que
hemos logrado la condición de globalizados.
El sistema mexicano de tipo
presidencialista no supimos desarrollarlo para bien de todos, o al menos de la
mayoría; y en el año 2000 inició su quiebre, y sin tener algo superior que lo
sustituya, corremos el riesgo de ir a la deriva.
En México, lo sano es que todos
reconozcamos y estudiemos públicamente nuestra realidad objetiva, comenzando
por el Presidente Enrique Peña Nieto, a efecto de buscar con toda
responsabilidad las opciones reales de solución, y aplicar eficazmente la
mejor.