jueves, 6 de agosto de 2015

Hiroshima y Nagasaki
ÁTOMOS PARA LA DESTRUCCIÓN
        ¡Nunca más! Nunca más debe haber otro bombardeo atómico. Para la Humanidad es una vergüenza que hayan sido usadas esas bombas en Hiroshima, el 6 de agosto del 1945, y en Nagasaki el 9 de agosto de ese mismo año.
        En ambas ciudades japonesas murieron, por esa causa, cerca de 240 mil personas y, desde entonces, cada año la cultura nipona a la cultura gringa le obsequia. o le dedica con diplomacia blanca, un simbólico regalo.
        El Presidente estadunidense Franklin D. Roosevelt declaró la guerra al imperio japonés encabezado por el Emperador Hirohito, después de que éste dispuso el ataque a la base americana de Pearl Harbor, como respuesta al embargo petrolero que EU ordenó en contra del Japón.
        Ese ataque fue el 7 de diciembre del 1941, y Roosevelt ese mismo día lo calificó como "una fecha que vivirá en la infamia".
        Tres años y ocho meses después el sucesor de Roosevelt, el Presidente Harry S. Truman, marcó en su absurda venganza al 6 y al 9 de agosto del 1945 como fechas en donde la "infamia" nos condujo a la degradación de ignominia.
        Que nunca jamás haya otro bombardeo atómico ni de ningún orden. Aquella agresión no fue al enemigo de guerra, sino a todo el planeta.
        La embestida nuclear fue en contra de toda la Humanidad, y no únicamente en agravio de un cuarto de millón de asesinados.
        A partir de esas fechas el gobierno de los EU, en todos sus guerras, que no son pocas, han seguido utilizando los bombardeos: Corea, Vietnam, Cuba, Laos, Irak, Afganistán, Siria, y anexas.
        En el reciente número de agosto de la revista National Geographic se publica una interesante investigación del escritor T.D. Allman; en ella se recuerda que "entre 1964 y 1973, durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos arrojó más de dos millones de toneladas de bombas en Laos. Eso equivale a un avión lleno de bombas cada ocho minutos durante nueve años."
        Y todo ese genocidio a nombre de qué... a nombre de quién... para qué... a qué nos ha conducido a todos...
        A 70 años de esas dos bombas atómicas, el pueblo japonés regala más cerezos al pueblo estadunidense; lo recuerda poniendo pequeñas veladoras encendidas sobre las hojas de loto en muchos estanques de esas ciudades bombardeadas.
        ¡Reza por ellos!, y los perdona.
        Curiosamente, la cultura japonesa tiene un gran respeto a sus instituciones, las que se fincan sólidamente en el gran acatamiento al Emperador. Debe recordarse que para su rendición, en la Segunda Guerra Mundial, sólo pusieron una condición: respetar la institución imperial del Japón.
        Y esa condición les fue concedida.
        Hoy en día ese imperio, perdedor en la guerra, sigue siendo un imperio en la paz; una economía de las más sólidas, fuertes y ejemplares.
        El Emperador Akihito es jefe de estado que aplica toda una estructura constitucional de severa disciplina para un bienestar próspero para todos.