miércoles, 24 de septiembre de 2014

Responsable eudemonismo
LLEGÓ EL OTOÑO
        Tiempo y espacio son cualidades de la materia y, ambos, tienen sus efectos diferenciados en la vida del ser humano.
        La naturaleza ha conducido al hombre a existir, en la mayor parte de la superficie terráquea, bajo cuatro estaciones perfectamente marcadas por características propias: primavera, verano, otoño, e invierno.
        Las fechas de estas estaciones están invertidas en los dos hemisferios de la Tierra. Mientras en la mitad norte de nuestro planeta, en donde está México, llega el otoño, en el hemisferio sur adviene la primavera.
        Los polos, siempre fríos y en congelación. Pasa el polo norte cuatro meses de pleno día, mientras el polo sur vive sus cuatro meses de plena noche. Y a la inversa se da el intercambio opositor, teniendo como división entre los extremos, para ambos polos, cuatro meses de auroras boreales y australes, respectivas, que los conservan en permanente ocaso.
        La Tierra es hermosa y aún se encuentra en armonía con la variedad de sus movimientos, en donde se incluyen su rotación en derredor de su propio eje inclinado, y su traslación en torno al Sol de manera ligeramente elíptica.
        La traslación produce las estaciones; la rotación las horas. El tiempo y el espacio como fenómenos naturales en el mundo de la física incitan al cerebro humano a generar la explicación mágica como parte del desarrollo de su cultura.
        En el hemisferio norte, a principios de esta semana que transcurre, nos llegó el otoño. Para el escritor nacido en Grecia Lafcadio Hearn, (1850-1904) educado en Dublín, Francia y EU, pero ciudadanizado japonés, uno de los mejores cuentistas que he leído: "...el otoño es lo más triste que hay en el mundo".
        Tácitamente el poeta de Tepic Amado Nervo (1870-1919) incluye al otoño en sus lozanías, la etapa grata de su torrente vital. Basta recordar el siguiente fragmento de su poema En paz: "... Cierto, a mis lozanías va seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!"
        En el mundo de la música el compositor italiano Antonio Vivaldi (1678-1741) recrea en sonidos armoniosos de violín y orquesta Las cuatro estaciones. Aquí, en El otoño, los allegros son de excelente caza, buena cosecha, comida y vino, baile, canto, y dicha; y, el adagio es dormir en calma y con felices sueños.
        Amaury Pérez, nacido en la Habana en 1953, cantautor cubano que forma parte de esa nueva trova, exige melodioso: "Dame el otoño si apague la llama urgente de un sueño atado al cinturón de la caricia, y la ansiedad cual penitencia, eternamente,  si es que el deseo me robo la maravilla... ¿por qué le estorban claridades y ternuras a un torpe tipo avasallado por los sueños?"
        No cabe duda que todos vivimos la misma estación de otoño; sin embargo, cada quien la vive y la interpreta, en su propia vida, de diferente manera, yéndole mejor a quien sabe programar su cerebro para la responsable actitud eudemonista.