Responsable
eudemonismo
LLEGÓ EL OTOÑO
Tiempo y espacio son cualidades de la
materia y, ambos, tienen sus efectos diferenciados en la vida del ser humano.
La naturaleza ha conducido al hombre a
existir, en la mayor parte de la superficie terráquea, bajo cuatro estaciones
perfectamente marcadas por características propias: primavera, verano, otoño, e
invierno.
Las fechas de estas estaciones están
invertidas en los dos hemisferios de la Tierra. Mientras en la mitad norte de
nuestro planeta, en donde está México, llega el otoño, en el hemisferio sur
adviene la primavera.
Los polos, siempre fríos y en
congelación. Pasa el polo norte cuatro meses de pleno día, mientras el polo sur
vive sus cuatro meses de plena noche. Y a la inversa se da el intercambio
opositor, teniendo como división entre los extremos, para ambos polos, cuatro
meses de auroras boreales y australes, respectivas, que los conservan en permanente
ocaso.
La Tierra es hermosa y aún se encuentra
en armonía con la variedad de sus movimientos, en donde se incluyen su rotación
en derredor de su propio eje inclinado, y su traslación en torno al Sol de
manera ligeramente elíptica.
La traslación produce las estaciones; la
rotación las horas. El tiempo y el espacio como fenómenos naturales en el mundo
de la física incitan al cerebro humano a generar la explicación mágica como
parte del desarrollo de su cultura.
En el hemisferio norte, a principios de
esta semana que transcurre, nos llegó el otoño. Para el escritor nacido en
Grecia Lafcadio Hearn, (1850-1904) educado en Dublín, Francia y EU, pero
ciudadanizado japonés, uno de los mejores cuentistas que he leído: "...el
otoño es lo más triste que hay en el mundo".
Tácitamente el poeta de Tepic Amado
Nervo (1870-1919) incluye al otoño en sus lozanías, la etapa grata de su
torrente vital. Basta recordar el siguiente fragmento de su poema En paz:
"... Cierto, a mis lozanías va seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste
que mayo fuese eterno!"
En el mundo de la música el compositor
italiano Antonio Vivaldi (1678-1741) recrea en sonidos armoniosos de violín y
orquesta Las cuatro estaciones. Aquí, en El otoño, los allegros son de
excelente caza, buena cosecha, comida y vino, baile, canto, y dicha; y, el
adagio es dormir en calma y con felices sueños.
Amaury Pérez, nacido en la Habana en
1953, cantautor cubano que forma parte de esa nueva trova, exige melodioso:
"Dame el otoño si apague la llama urgente de un sueño atado al cinturón de
la caricia, y la ansiedad cual penitencia, eternamente, si es que el deseo me robo la maravilla...
¿por qué le estorban claridades y ternuras a un torpe tipo avasallado por los
sueños?"
No cabe duda que todos vivimos la misma
estación de otoño; sin embargo, cada quien la vive y la interpreta, en su
propia vida, de diferente manera, yéndole mejor a quien sabe programar su
cerebro para la responsable actitud eudemonista.