lunes, 22 de septiembre de 2014

A todos y en todo
EL AMO NOS VIGILA
        En un cierto aspecto nuestro mundo actual es orwelliano. El escritor británico George Orwell, quien en realidad se llamaba Eric Arthur Blair, (1903-1950) publicó en 1949 su novela titulada 1984, en la que imagina cómo sería la vida en nuestro planeta en ese año; y en donde destaca, como parte de ese sistema futuro, "la omnipresencia de la vigilancia del big brother".
        Mundialmente ese "hermano mayor" resulta en la actualidad el gobierno de los Estados Unidos de América. Ese big brother es quien domina a los demás, por su riqueza, su poder militar, su forma de organización, y su necesidad y empeño en ser el amo.
        Ese amo nos vigila a todos. Su capacidad de espionaje cibernético, con instrumentos espaciales y terrestres de alta tecnología, y su personal súper capacitado sembrado por todo el planeta, vigila a todos y en todo en lo que le reporta utilidad para la preservación y florecimiento de sus intereses.
        De jefes de estado para abajo son sus objetivos de indagación; y no sólo su conducta oficial, sino hasta sus actos más íntimos. Ese hermano mayor queda personalizado en el Presidente Obama, quien ha aceptado, con supuesta pena y disculpas diplomáticas, las pesquisas orientadas a sus propios aliados, personajes públicos de alto nivel como a la alemana Ángela Merkel, la británica Reina Isabel y David Cameron, Francois Hollande de Francia, al ruso Vladímir Putin, al mexicano Enrique Peña Nieto, entre otros.
        Mientras que, al interior de cada uno de sus países, todos y cada uno de los jefes de estado tiene bajo vigilancia a sus colaboradores, políticos, empresarios, líderes, ministro religiosos, y a cuanto personaje sea necesario espiar para que el big brother local pueda gobernar adecuadamente.
        Y en menor escala, pero con similar sistema, en cada nación se reproduce el esquema burocrático y tecnológico de ese acecho, logrando videos, grabaciones, fotos, documentos, y con ellas chantajeando, al publicarlas o al ocultarlas, para una supuesta gobernabilidad, o para ejercer poder totalitario como Orwell imaginó.
        Pero como la mayor parte de los países se dividen territorialmente en estados o con otras nominaciones, cada gobernador de estas poblaciones repite el diseño de la vigilancia, para los mismos propósitos y con parecida técnica, aunque de manera más grotesca, con sujetos psicológicamente enfermos.
        En toda esa pandilla actual, internacional y nacionalmente de big brothers, persiste la ilegal postura de no aceptar el principio de la presunción de inocencia de todo ser humano, y por ello esos policías como instrumentos humanos del hermano mayor actúan pensando que todo el pueblo está constituido de delincuentes.
        Y como en cada pueblo, por incapacidad gubernativa en materia de seguridad, si hay delincuencia organizada, entonces entre ésta y las fuerzas armadas provocan en sus enfrentamientos matanzas de gente inocente.
        Así, la población queda con muchas dudas sobre ese espionaje que, en todo y para todos, realiza el amo.