A todos y en todo
EL AMO NOS VIGILA
En un cierto aspecto nuestro mundo
actual es orwelliano. El escritor británico George Orwell, quien en realidad se
llamaba Eric Arthur Blair, (1903-1950) publicó en 1949 su novela titulada 1984,
en la que imagina cómo sería la vida en nuestro planeta en ese año; y en donde
destaca, como parte de ese sistema futuro, "la omnipresencia de la
vigilancia del big brother".
Mundialmente ese "hermano
mayor" resulta en la actualidad el gobierno de los Estados Unidos de
América. Ese big brother es quien domina a los demás, por su riqueza, su poder
militar, su forma de organización, y su necesidad y empeño en ser el amo.
Ese amo nos vigila a todos. Su capacidad
de espionaje cibernético, con instrumentos espaciales y terrestres de alta
tecnología, y su personal súper capacitado sembrado por todo el planeta, vigila
a todos y en todo en lo que le reporta utilidad para la preservación y florecimiento
de sus intereses.
De jefes de estado para abajo son sus
objetivos de indagación; y no sólo su conducta oficial, sino hasta sus actos
más íntimos. Ese hermano mayor queda personalizado en el Presidente Obama,
quien ha aceptado, con supuesta pena y disculpas diplomáticas, las pesquisas orientadas
a sus propios aliados, personajes públicos de alto nivel como a la alemana
Ángela Merkel, la británica Reina Isabel y David Cameron, Francois Hollande de
Francia, al ruso Vladímir Putin, al mexicano Enrique Peña Nieto, entre otros.
Mientras que, al interior de cada uno de
sus países, todos y cada uno de los jefes de estado tiene bajo vigilancia a sus
colaboradores, políticos, empresarios, líderes, ministro religiosos, y a cuanto
personaje sea necesario espiar para que el big brother local pueda gobernar
adecuadamente.
Y en menor escala, pero con similar
sistema, en cada nación se reproduce el esquema burocrático y tecnológico de
ese acecho, logrando videos, grabaciones, fotos, documentos, y con ellas
chantajeando, al publicarlas o al ocultarlas, para una supuesta gobernabilidad,
o para ejercer poder totalitario como Orwell imaginó.
Pero como la mayor parte de los países
se dividen territorialmente en estados o con otras nominaciones, cada
gobernador de estas poblaciones repite el diseño de la vigilancia, para los
mismos propósitos y con parecida técnica, aunque de manera más grotesca, con
sujetos psicológicamente enfermos.
En toda esa pandilla actual,
internacional y nacionalmente de big brothers, persiste la ilegal postura de no
aceptar el principio de la presunción de inocencia de todo ser humano, y por
ello esos policías como instrumentos humanos del hermano mayor actúan pensando
que todo el pueblo está constituido de delincuentes.
Y como en cada pueblo, por incapacidad
gubernativa en materia de seguridad, si hay delincuencia organizada, entonces
entre ésta y las fuerzas armadas provocan en sus enfrentamientos matanzas de
gente inocente.
Así, la población queda con muchas dudas
sobre ese espionaje que, en todo y para todos, realiza el amo.