Erasmo y Lutero
DOS REFORMISTAS DEL
RENACIMIENTO
El holandés Erasmo de Rotterdam
(1466-1536) fue un inteligente luchador en contra de todo autoritarismo, por la
sencilla razón de que esa forma dictatorial afectaba la libertad de pensamiento.
Fue procreado como hijo bastardo de un
sacerdote con su sirvienta Margaretha Rutgers, quien con esfuerzos económicos
puso a su hijo Erasmo a estudiar hasta lograr los votos monacales. Sus
inquietudes por el saber lo condujeron a proseguir sus esfuerzos educativos en
la Universidad de París, pero, por su propio decir, quien logró transformarlo
fue nada menos que John Colet y Tomás Moro, en ese orden y de quienes fue un
amigo constante.
Erasmo conoció, trató, admiró, y
discutió, con Martín Lutero. (1483-1546) Éste reconoció toda su vida que fue
impactado por las ideas y los textos de Erasmo, y tomó como base la traducción
de la Biblia que hizo el holandés al
latín, para sobre ella formular su clásica traducción alemana.
En realidad, Erasmo, inspirador del
luteranismo, no estaba ni con el Papa León X ni con Martín Lutero, ya que para
él tan malo era el catolicismo como el protestantismo.
Concedía que Lutero era el inteligente,
y León X el mediocre; sin embargo, calificaba a Lutero de sabio inoportuno,
agregando: "La sabiduría inoportuna es una locura... La verdadera prudencia
para un mortal consiste en ver justamente la dosis de sabiduría compatible con
la naturaleza humana y en disimular su sentimiento acerca de los errores de la
multitud, si no puede compartirlos."
Así que se sentía entre un sabio
inoportuno y un tontejo abusador. Llegó la iglesia católica a acusarlo:
"Usted puso el huevo y Lutero lo empolló"; a lo que Erasmo dio
respuesta rápida, pero a larga distancia, desde Suiza: "Sí, pero yo
esperaba un pollo de otra clase."
Entre Lutero y Erasmo hubo una amplia y rica
correspondencia. En una de esas misivas indica: "Cuando los papas y los
emperadores actúan bien los sigo porque es agradable; cuando deciden mal los
soportó porque es necesario".
Verdad es que Erasmo, en el Elogio de la locura, se burla de lo
humano y lo divino. Pero observen: todas esas burlas punzantes las escribió en
latín, en el lenguaje de los sabios de aquel tiempo, en un idioma reducido a la
gente culta, por ello, el mismísimo Papá León X, con todo y sus vaguedades, al
comprender lo limitado del mensaje de Erasmo, no hacía más que reírse a
carcajadas de tantos conceptos picantes y ciertos, que no podían llegar al
grueso del público.
Esa misma razón motivaba a Lutero a
solicitar a Erasmo que autorizará que sus textos se tradujeran a los idiomas que
los pueblos de Europa podían entender, ya que el leer por aquellas épocas era
una capacidad de muy pocas personas.
Esa discreción, rebelde, Erasmo supo
venderla bien, pues al morir dejó por herencia una fortuna en oro, donándonos a
la Humanidad sus filosos razonamientos que auxiliaron al Renacimiento.