martes, 12 de agosto de 2014

El poder sin verdad
¡NOS DESHONRA!
        Las tesis y las prácticas reformistas, para los trastornos del presente, resultan superficiales y de poco alcance.
        Son profundos, y enredados en contradicciones, los problemas en que nos estamos ahogando los habitantes de la Tierra, y frente a esta realidad reflexionemos honesta e inteligentemente, para así poder solucionar con eficacia nuestros embrollos.
        Parodiaré un razonamiento de Federico Nietzsche (1844-1900) sobre el saber: "En algún punto perdido del universo, cuyo resplandor se extiende a innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que unos animales inteligentes inventaron el salario mínimo y las empresas criminales. Fue aquel el instante más mentiroso y arrogante de la historia universal."
        Como se observa, bajé la conceptualización a temas tan específicos como el "salario mínimo", y las "empresas criminales", pero podría elevarla a temas como el "esclavismo", el "feudalismo", o el "capitalismo", formas de organización inventadas por esos animales inteligentes a los que Nietzsche hace cita en una perspectiva  cósmica.
        El esclavismo tenía esclavos que eran los más, y dueños de esclavos que eran los menos, siendo éstos los de mejor calidad de vida.
        Los señores feudales, en el feudalismo, eran los dueños de todo, y los siervos eran parte de ese todo; obvio, los primeros eran pocos y su vida era más cómoda. Los siervos eran muchos.
        Históricamente y como clases socioeconómicas, en desarrollo dialéctico, los amos de esclavos y los señores feudales devinieron, en el capitalismo, a ser los dueños de los grandes capitales, propietarios de los medios masivos de producción; mientras que los esclavos y siervos son hoy, por hoy, los trabajadores asalariados.
        Igual que los seres humanos en el año 2014 reprobamos que haya habido esclavos y siervos, esclavismo y feudalismo, en siglos anteriores, y el que aún existan reductos de esas formas de explotación humana, de aquí a 100 ó 500 años nuestros herederos reprocharán el que hayan existido formas de organización capitalista que generan pocas familias multimillonarias, y muchedumbres constituidas por obreros con salarios de miseria, en el mejor de los casos, y por millones de hambrientos sin trabajo.
        Sin intenciones demagógicas de ningún signo ideológico, reconozcamos los hechos anteriores para encontrarles honorable y eficiente remedio, sobre todo en nuestro país. No esperemos que las soluciones nos lleguen del extranjero y del norte.
        No se trata, para el caso concreto, de simple e irresponsablemente elevar el salario mínimo a cien o a un millón de pesos diarios, pues lo único que provocaremos es que los precios de todos las mercancías suban, a donde los salarios jamás podrán alcanzarlos, ya que los dueños del capital son también los propietarios de la velocidad y del poder.
        Empero, tampoco debemos criminalizar a las empresas ni a los empresarios, aunque hay algunos muy criminales. Hagamos que el poder sólo tenga poder cuando tenga la verdad.
        La verdad sin poder enorgullece. El poder sin verdad nos avergüenza y deshonra.