martes, 26 de agosto de 2014

Consultas malmiradas
NO LOGRAN LA CONFIANZA POPULAR                    
        En este tiempo, todo lo relacionado con aspectos electorales, por su ineficacia, su deshonestidad, y su multimillonario costo frente a familias sin trabajo que viven en la miseria, es mal visto por el pueblo de México.
        Las elecciones que pronto advendrán se presienten como el diluvio que viene: con altísimos e injustificados gastos, como generadoras de enjuagues violentos, y sin la confianza de la ciudadanía.
        Y, a esos comicios, los principales partidos políticos proponen añadirles "consultas populares" que, por sus contenidos y formas, resultan desde ahora impopulares y malmirados.
        En el fondo, los mexicanos deseamos elecciones y consultas, pero no tan deshonestas, superfluas, onerosas e improductivos.
        En el año 2012 nuestro país gastó en elecciones un poco más de 60 mil millones de pesos, mientras que los Estados Unidos de América gastaron en la elección federal para reelegir al Presidente Barack Obama 6 mil millones de dólares.
        Con respeto lo señalo, y bajo toda proporción guardada, Cherán, en Michoacán, eligió a sus autoridades municipales sin gastar un sólo peso, y fue más eficiente.
        Y para qué aumentar ese gasto preguntándoles a los electores mexicanos si desean menos diputados y senadores al Congreso de la Unión, si a la vista una apabullante mayoría estaría satisfecha desapareciéndolos a todos; extremo, éste, que no sería lo correcto.
        Porque el problema no es la cantidad de los integrantes del Poder Legislativo federal; la ofensa para el pueblo de México es la deshonestidad y bajísima calidad de los legisladores y su elevado precio.
        Bien podríamos tener mil diputados y mil senadores, si fueran honrados, capaces, trabajadores, y no cobraran ni un sólo centavo por su labor.
        Y para qué preguntarles a los votantes cuál debe ser el monto del salario mínimo, si la cuestión no es de cantidad. Mañana mismo los demagogos podrían decidir que ese salario fuera de un millón de pesos diarios, pues saben que al día siguiente el litro de leche subiría a un cuarto de millón de pesos.
        Más valdría que el salario mínimo fuera de un peso, siempre y cuando con él podamos pagar el alimento, vestido, calzado, transporte, arrendamiento, impuestos, derechos, educación, luz, teléfono, gas, y sano esparcimiento, de todo núcleo familiar.
        Que no nos hagan gastar ni nuestro tiempo, esfuerzo ni dinero, en esas consultas tan bobas como la de suprimirle la vigencia, echando marcha atrás, a todas las reformas constitucionales en materia de energéticos y educación. Ambas reformas me parecen equívocas, y así lo externé en su momento con reflexión; empero, ahora, agravaríamos nuestra vida echando marcha atrás. En lo esencial, para adelante todo, para detrás nada.
        Conforme a las malqueridas reformas debemos de actuar, unidos e inteligentemente, para hacer que sirvan a la mayoría de los mexicanos, no a los ricos nacionales ni a los extranjeros voraces.
        Incluso a lo peor puede y debe sacársele provecho. Lo que no puede ni debe hacerse es traicionar al pueblo de México.