lunes, 4 de marzo de 2013

Se nos Debe REPÚBLICA DE ACREEDORES

        El licenciado en psicología Roberto Alan, lector asiduo de El Sol de Morelia, me explicó hace algunos días que tras cada problema existente de ordinario hay una pésima programación cerebral.
        Recordemos que toda computadora se encuentra construida a imagen y semejanza del sistema nervioso central del ser humano; al igual que la jeringa con su aguja reproduce los órganos del mosquito para extraernos sangre e inyectarnos su excreción salival, o a similitud de los helicópteros que están hechos imitando el vuelo de las libélulas o de los colibríes.
        Si nuestra computadora no se encuentra bien programada o se le introduce basura, generara equívocos, sin perder su velocidad; por ende, producirá tontejadas en diezmillonésimas de segundo.
        De ahí lo importante que el cerebro de los seres humanos, con lógica, conocimientos sólidos, cultura, y educación, procese adecuadamente la veraz información que reciba, siempre con un sentido humanista.
        Sin embargo, no hemos formado bien a millones de cerebros humanos, ya por la masividad,  o por la falta de una excelente cultura y una buena educación. Por ello, casi todos los mexicanos estamos seguros que se nos debe, y obramos a consecuencia de esa errónea percepción unilateral.
        El psicólogo Alán señalaba que no conoce líder sindical que viviendo bien a costa de las cuotas de sus agremiados, de los productos de sus chantajes ante los patrones o ante el gobierno, de la venta de plazas, y de algunos otros ingresos de oscuros orígenes, no esté programado cerebralmente para asegurar, bajo protesta de que dice verdad, que todos le debemos.
        Sus representados le deben, su contraparte patronal les debe, las autoridades gubernativas le deben, todo el país les debe por "sus acciones de sacrificio a favor de la patria".
        Pero lo mismo acontece con los que han acumulado capital propio en demasía. Alejados de la humildad, ensoberbecidos en su riqueza, están seguros que el pueblo les debe, pues son ellos los que están generando empleos y, por ende, riqueza. No falta, incluso, quien se considere merecedor de una estatua, o al menos de que se le debe una placa de bronce, con su nombre en letras grandes dando a conocer sus "méritos".
        No pocas autoridades, federales, estatales o municipales, del ejecutivo, legislativo o judicial, están seguras de que el pueblo les debe, la patria les debe, y esperan el pago, o lo cobran por propia mano.
        Y lo mismo acontece con los campesinos, los obreros, los intelectuales, los profesores, los migrantes, los jóvenes, las mujeres, los hombres, todos sentimos que alguien nos debe.
        Hemos hecho de nuestro país, una república de acreedores. A todos se nos debe; y, al final, bajo esta atmósfera general y generada, no hemos creado la conciencia de deudores, a efecto de pagar nuestras deudas. Acreedores contumaces y exigentes, sí hemos producido. Deudores puntuales y buenos pagadores, no hemos generado.
        Es tiempo de reflexionar. Primero pagar lo que debemos, para después cobrar.