La Biblia está constituida por decenas
de libros que, en un principio, sobrevivieron separados, siendo escritos en
diferentes épocas e idiomas, por lo general anónimos, colectivos y,
originalmente, fueron sólo textos fundamentales de la religión judía.
Esa Biblia judía juntó en un solo libro
los vaticinios de algunos de sus profetas, dentro de los que se encuentra el
último de ellos: Malaquías, quien se supone vivió entre el año 500 y 420 antes
de nuestra Era.
No debemos desconocer que Malaquías en
hebrero significa "mi heraldo", o sea, mi mensajero, poniéndole tal
nombre el Dios de los Judíos, es decir, el Dios de Jesucristo, puesto que
Cristo nunca fue cristiano, ya que vivió y murió, y resucitó, dentro de la
religión judía.
Pues bien, el profeta Malaquías
querellándose en contra de los matrimonios mixtos, entre judíos y extranjeros,
y en contra de los divorcios, como faltas culturales de los sacerdotes y del
pueblo, anuncia la llegada de "el ángel de la alianza", el
advenimiento de "el Mesías, y su venida será preparada por un mensajero o
precursor".
Y ahí hace "Conminación a los
sacerdotes: "1.- Y ahora a vosotros ¡oh sacerdotes!, se dirige esta
intimación: 2.- Si no escucháis ni proponéis decididamente en vuestro corazón
el dar gloria a mi nombre, dice el Señor de los ejércitos, yo enviaré sobre
vosotros la miseria, y maldeciré vuestras bendiciones, y ya eché sobre ellas la
maldición; puesto que vosotros no hacéis caso de mí. 3.- Mirad que yo arrojaré
la espaldilla y os tiraré al rostro estiércol, el estiércol de vuestras
solemnidades, y seréis arrojados como él".
Analizando después como está "El
sacerdocio degradado", y augurando "El día del Señor... semejante a
un horno encendido, y todos los soberbios, y todos los impíos serán como
rastrojos; y aquel día que debe venir los abrasará, dice el Señor de los
ejércitos, sin dejar de ellos raíz ni renuevo alguno".
Y en su breve texto, Malaquías, diciendo
que "es la palabra del Señor de Israel", genera dos oráculos que
profetizan dos venidas de Cristo, en lo que algunos otros profetas judíos
también coinciden.
En realidad, los cuatro Evangelios,
tanto el de Mateo, como el de Marcos, Lucas y Juan, no hacen más que confirmar
la realización o cumplimiento de esas profecías, al constituirse como
biografías de ese Cristo, hijo de Dios, e hijo del Hombre, que se sacrificó por
salvar al mundo.
Estos días de guardar, no son para
guardar los secretos divinos, sino para darlos a conocer a todo el pueblo.
Nadie debe ignorar lo que escribieron nuestros antepasados, y meditar sobre
ello.
Y valorar lo que es la fe, la que debe
desbordarse, pero primero en el género humano, es decir, en el Hombre.