lunes, 4 de febrero de 2013

Respeto a la Constitución ¡GRAN ESTUPIDEZ!, REFUNDAR A MÉXICO

       Este 5 de febrero se conmemora el nonagésimo sexto aniversario de haberse promulgado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la que entró en vigor, en la mayoría de sus artículos, el primero de mayo del año 1917.
        Formalmente no fue una nueva constitución, ya que Venustiano Carranza, en su carácter de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista envió al Congreso Constituyente, convocado, un simple proyecto de reformas y adiciones a la Constitución de 1857.
        No faltan quienes mal llaman a estas tareas de los constituyentes originales, o permanentes, refundaciones de la Nación. Digámoslo preciso y rápido: una Nación sólo se funda una vez. Una Nación jamás puede refundarse.
        Ni un ser humano renace. Es quien es, con su diversidad en su desarrollo, hasta el día de su muerte. Como todo en la vida, las Naciones nacen, se desarrollan, y mueren. Suficientes ejemplos de ello tenemos en la Historia del Hombre.
        Es una tontejada el decir que se refundó una Nación, o que va a refundarse. La fundación de nuestro país se dio el 27 de septiembre del año 1821, en el momento en que nació a la vida independiente, rompiendo su cordón umbilical con España para dejar de ser una simple colonia denominada la Nueva España.
        A partir de esa fecha somos una Nación fundada, que hemos tenido variedad de formas en nuestra manera de organizarnos. Así, las diferentes constituciones que han regido la vida de nuestro país, una vez fundados como nación independiente, dan base fundamental a sus estructuras de Estado y de Gobierno.
        Cada una de esas constituciones, formales o simplemente materiales, tiene su historia, la que embona como un eslabón en la secuencia histórica de la vida de México.
        El gobierno de los Estados Unidos de América tuvo mucho que ver en la salida de Porfirio Díaz como Presidente de México; igual influyó en la llegada de Francisco I. Madero a dicha Presidencia; también decidió el asesinato de éste, y la llegada al poder de Victoriano Huerta.
        La lucha entre los diversos grupos revolucionarios, una vez que cayó Huerta, fue solventada por el mismo gobierno gringo. Triunfó el grupo constitucionalista encabezado por Venustiano Carranza, al contar con armas, municiones, y dólares, llegados del vecino país del norte.
        Los constitucionalistas tuvo como sustento legal el Plan de Guadalupe, a través del cual se proponía, con el triunfo de las armas, restablecer el orden conforme a la Constitución del 1857; sin embargo, una vez triunfante, su desenvolvimiento lo condujo a introducir en el texto constitucional esencias sociales, educativas, agrarias, laborales, y económicas novedosas.
        Los jóvenes revolucionarios que rodearon a Carranza presionaban con sus posturas de avanzada: Cesáreo Castro, Lucio Blanco, Andrés Saucedo, Luis Garfias, Aldo Baroni, Francisco Sánchez Herrera, Jacinto B. Treviño, Agustín Millán, Antonio Portas, Francisco J. Múgica, Héctor Vitoria, entre otros.
        La majestuosa lucha social entablaron los desheredados, rebasando las expectativas mañosas del gobierno yanqui.