Desde
luego que ninguna relación de parentesco tienen el músico y compositor
zacatecano Manuel M. Ponce (1881-1948) con el poeta y sacerdote michoacano
Manuel Ponce; sin embargo, nuestro poeta místico solía hacer referencia a que
en varias ocasiones le confundían con el autor de la bella melodía Estrellita, pidiéndole que la
interpretara, pues aparte de poeta nuestro paisano tocaba el piano de manera
destacada.
En
ese evento del centenario de Ponce participaron destacadas personalidades:
Joaquín Diez-Canedo, director del Fondo de Cultura Económica, Hugo Gutiérrez
Vega, María Teresa Perdomo, Armando González Torres, Eulalio Gómez, Javier
Sicilia, y Gabriel Zaid, quien mandó su participación escrita para que otro la
leyera.
Dos
horas aproximadamente duró ese acto de recordación, evaluación, crítica, con
anécdotas y citas; todo esto referido a Manuel Ponce, a quien conocí en la casa
que ocupaba ARCA en esta ciudad de Morelia. Quien fuera sacerdote en ese
entonces, Mario Padilla, hizo la presentación del caso.
Lo
recuerdo como un hombre sencillo, de gruesos lentes que delataban un severo
problema visual, educado, amable, en ejercicio de una sonrisa constante, con un
gusto especial por servir a los demás.
Para
aquel entonces, en los sesenta del siglo XX, ya tenía fama de ser buen poeta,
empero, su modestia y ciertas reservas de la envidia provinciana eran obstáculo
para el reconocimiento que ya merecía.
Javier
Sicilia narró que el intelectual mexicano Salvador Elizondo Pani le dio
instrucciones para que invitara a participar en una ceremonia al mejor poeta de
México, pero sin decirle el nombre. Así que él le pidió le dijera si se refería
a Octavio Paz o a Carlos Pellicer, a lo que Elizondo le contestó: "No seas
pendejo, me refiero a Manuel Ponce". En ese entonces, agregó Sicilia, yo
no sabía quién era Manuel Ponce.
La
doctora Perdomo formuló un análisis profundo, serio, objetivo, sobre el lirismo
místico de Ponce, y su desarrollo literario; mientras Hugo Gutiérrez Vega lo
calificó como el mejor poeta católico del siglo próximo anterior.
El
poeta Ponce llegó a ser un distinguido académico de la lengua, y el Papa Juan
Pablo II le nombró "monseñor", y director de la Comisión Nacional del
Arte Sacro. Sus obras poéticas más conocidas son Ciclo de vírgenes, Elegías y
Teofanías, y El jardín increíble.
Recordemos
un madrigal de su creación:
Al
infinito Amor
no
duelen prendas, y por eso quiso
que
un ladrón le robara el Paraíso.
Yo,
triste pecador,
sé
que en amor divino no hay mudanza
y
en ser ladrón se funda mi esperanza.