Cuatro días después estalla el
movimiento infidente en contra de Madero, organizado por el embajador
estadunidense Henry Lane Wilson.
En ese 9 de febrero el Presidente sale
del Castillo de Chapultepec, y a caballo se dirige escoltado por alumnos del
Colegio Militar a Palacio Nacional.
A 100 años de esa Marcha de la Lealtad,
el secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda,
exhortó, a la clase política "a expresar su lealtad al pueblo, con la
elaboración de reformas legislativas que muevan a México; lo cual impone
resolver los dilemas propios de la pluralidad ideológica... Ésta sería la
Marcha de la Lealtad moderna que el país requiere".
Recordemos que aquella marcha de la
lealtad del 1913, en apoyo al Presidente Madero y de mérito relevante ante
tropas desleales acuarteladas en la Ciudad de México, careció de eficacia
práctica, según resultados inmediatos posteriores.
El 17 de febrero Victoriano Huerta,
recién nombrado comandante militar de la plaza, desconoce como Presidente a
Madero y como vice presidente a Pino Suárez, quienes de protegidos pasan a ser
sus prisioneros.
Dos días después Madero y Pino Suárez
renuncian a sus cargos públicos, y la cámara de diputados por 119 votos acepta
dichas dimisiones, con la digna oposición de 8 votos. Ese mismo día rinde
protesta como Presidente interino de México Pedro Lascuráin, por ser secretario
de Relaciones Exteriores, nombrando de inmediato a su sustituto en esta
secretaría a Victoriano Huerta.
Lascuráin sólo dura como Presidente de
las 17.15 a las 18.00 horas de ese mismo 19 de febrero de 1913, permaneciendo 45
minutos en el cargo.
Victoriano Huerta protesta como
Presidente de la República ese mismo día 19, y el 22 de febrero del 1913 son
asesinados Madero y José María Pino Suárez. Ésta fue la secuencia histórica de
aquella marcha de la lealtad, recordada en su centenario.
Por ello el secretario de la Defensa
Nacional Salvador Cienfuegos realizó su exhortó. En su decir, la lealtad de los
políticos es para pueblo; sin embargo, la lealtad de un secretario de la
Defensa, y de todas las fuerzas armadas del país, es para el Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos, su comandante en jefe.
En esta estructura de lealtades, Enrique
Peña Nieto, Presidente de la República, siempre deberá ser leal al pueblo de
México, más aún dentro de la globalización en que vivimos. Qué grotesco, penoso
y humillante, sería para todos los mexicanos si el gobierno de los EU diera el
visto bueno a algunos o a todos los nombramientos del gabinete presidencial. Ninguna globalización debe empujarnos a
la ilegalidad ni arrebatarnos el decoro.