lunes, 5 de noviembre de 2012

Oye lo que Dicen MÁS IMPORTANTE ES LO QUE HACEN

   Durante toda mi vida he tenido la suerte de escuchar magníficos discursos y, además, bien leídos. A quienes los leen, no se les debe llamar oradores, sino sólo lectores de discursos, ya sean ajenos, ya sean propios.
   No toda la gente gusta de la oratoria, ni para ejercerla ni para escucharla. La mayoría de las personas valoran, sí, a quien sabe expresarse de manera oral, con claridad y exactitud.
   Pero, independientemente de lo anterior, el discurso y la conducta del individuo deben tener congruencia entre sí. Mal hace quien predica la honradez y no es honrado; quien elogia el estudio y no estudia; quien aboga por el trabajo y no trabaja.
   "Hechos, no palabras", indica una vieja sentencia que sigue vigente hasta nuestros días. "Por su hechos los conoceréis", establece la expresión bíblica, tan anónima como colectiva.
   Total, el uso de la mentira convertido en costumbre degrada a quien la expresa, y a la sociedad que la admira. "Qué inteligente es, se ha hecho rico engañando a los demás", dicen algunos que califican a los ganadineros de su tiempo.
   Hay otros cínicos que, al estilo del ladrón que grita "ahí está el ladrón", señalando a cualquier persona presente para que nadie observe su propio robo, denuncian a otro como mentiroso, con el exclusivo propósito de encubrir su personal embuste.
   En estas cuestiones de la verdad y la mentira debemos distinguir a quien defiende su certidumbre, creyendo en conciencia que es verdad, aunque a la larga resulte falsa; diferenciarlo de quien anuncia como verdad lo que sabe en conciencia que es mentira.
   La clave para hacer este apartamiento es la honestidad que se tenga para manifestar lo que se diga; empero, incuestionablemente, el hacer y el decir en un ser humano deben reflejar congruencia.
   Por eso la congruencia es un valor que debe apreciarse. Desde mi perspectiva respeto mucho a quienes observo que son coherentes, e insisto conmigo mismo para tener márgenes aceptables de acordes lógicos entre el hacer y el decir.
   Sólo en el mundo de la literatura la creación permitida da lugar a quimeras, a productos imaginarios de todos los tipos.
   Gabriel García Márquez, en Extraños peregrinos, nos obsequia, para el caso, un concepto digno de análisis: "Los recuerdos verdaderos parecían fantasmas, mientras los falsos eran tan convincentes que sustituían a la realidad".
   Y es que la realidad en el mundo de la literatura tiene otra naturaleza, tanto en la novela como en la poesía, en donde las remembranzas son los espectros que subyacen en cada expresión retórica de la obra creativa.
   Creaciones artísticas del lenguaje aparte, nos es necesario, más que nunca, fomentar la cultura de la verdad.
   Tener respeto por lo que dicen los otros. Oír lo que nos expresan, pero observar muy bien lo que hacen para ver si son congruentes. En la inteligencia de que siempre es más importante hacer que decir.