Resulta
peligroso el mensajes made in López Obrador: "si hay imposición habrá
revolución", cuando dogmáticamente se ha afirmado, previamente, que habrá
imposición si no gana Andrés Manuel.
Así,
para que no haya imposición, debe triunfar necesariamente el próximo domingo el PRD y su candidato a la
Presidencia de la República.
Dentro
de esa lógica, perversa y equívoca, debe haber cambio; pero, según ellos,
exclusivamente existirá el cambio con Andrés Manuel, ya que para él sólo hay
dos caminos: el del mal y el del bien. La vía del bien es la de López Obrador;
y, la otra, la del mal, la formamos todos los que no estamos con él.
Por
ende, él ya ganó, no importa que todavía no llegue el día de la elección. Es
cierto que no pasa aún el día domingo 1o de julio del 2012, fecha asignada para
que vayamos a votar, pero ya es el tabasqueño el próximo Presidente de México,
según su propia versión.
De
"Presidente legítimo" de nuestro país pasa a ser simplemente
Presidente de la República. Su primer sexenio es de 2006 a 2012; su segundo, de
2012 a 2018.
Así
de sencillo. Y no hay ninguna ilicitud ni irregularidad en ello. ¡Ah!, pero si
no ganara el próximo domingo, entonces se desatará la revolución. Y si no les
alcanza para una revolución, cuando menos han decidido hacer un gran desmadre.
¡Qué
irresponsabilidad!, estando en este caluroso verano del 2012, en donde con las
altas temperaturas se ven por doquier nubes de tormenta, las que nos hacen
recordar esa parte del poema de la Suave
Patria del jerezano Ramón López Velarde:
"Truenos
de temporal: oigo en tus quejas crujir los esqueletos en parejas, oigo lo que
se fue, lo que aún no toco, y la hora actual con su vientre de coco. Y oigo en
el trueno de tu ida y venida, oh trueno, la ruleta de mi vida."
Época
de esqueletos que crujen por montones, en donde oímos, vemos y sentimos, todo
lo que se fue, lo que se ha ido, y se ha perdido.
Y
en donde vemos, también, y lo escuchamos, lo que nos espera en un futuro que
aún no tocamos, pero que ya está aquí.
Porque
ese juego de los tiempos nos los está imponiendo la hora actual, con un vientre
acuoso de coco que una vez que se descargue se quedará vacío, con una
superficial carnaza de muy poco temple, y exclusivamente con dura y quebradiza
cascara.
Y
entre los truenos de nuestras idas y venidas, irrelevantes las más, topamos con
un destino trágico y pobre: la ruleta caprichosa de la vida.
Pero
esos elementos poéticos y proféticos, del ayer, están ya en una atmósfera
moderna de cibernautas, con planos inclinados y desarrollada electrónica, en
campaña política que cubre a todo México, tan costosa como sucia, tan inútil
como tormentosa.
Todo
eso, a costa nuestra, y en contra nuestra.