El
Presidente Felipe Calderón Hinojosa, anfitrión de los jefes de estado y jefes
de gobierno del llamado G-20 reunidos en la Cumbre de Los Cabos, dio la
bienvenida e inauguró la reunión con los siguientes conceptos: "los ojos
del mundo están sobre nosotros, los líderes del G-20 enfrentamos una gran
responsabilidad".
Y,
en efecto, la atención de miles de millones de seres humanos está en lo que
digan y hagan los representantes de los países que generan el 80% del producto
interno bruto de todo el planeta y que, además, son mandatarios de las dos
terceras partes de la población mundial.
Claro
que no todos los integrantes de ese grupo son poderosos, ni tienen
características hegemónicas de alcance globalizador en sus decisiones. No hay
duda que los importantes, ahí, son Estados Unidos de América, China, Alemania,
Japón, Francia, Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda de Norte, y Rusia.
Así
que esos ricachones, y con ejércitos poderosos, son los responsables de la
inestabilidad económica que sufre el mundo en estos tiempos. Tres de esos
gobiernos forman parte de la Comunidad Europea, y ellos instruyeron a José Manuel
Durao Barroso, para que públicamente y de entrada estableciera: "Europa no
viene a Los Cabos a pedir lecciones de nadie... la crisis que ahora enfrentan
los países de la eurozona se originó en América del Norte, y buena parte de
nuestro sector financiero se vio contaminado por (como decirlo) prácticas poco
ortodoxas de algunos sectores del mercado financiero".
Lo
dicho por el representante europeo es cierto. EU, la nación más poderosa,
impone sus decisiones a las demás, descarga su responsabilidad en otras, y
determina que sus deudas y sus crisis las paguen sus súbditas.
Por
ello, al ajustar EU sus recientes deficiencias, desajustaron a la Comunidad
Europea; y no lo hicieron por maldad, sino por simple necesidad. El poderoso
tiene ese privilegio.
Tan
es cierto lo anterior, que dentro de la Comunidad Europea acontece lo mismo.
Siempre las gallinas de arriba zurran a las de abajo. De tal suerte que
Alemania y Francia, al ajustarse para precaverse de la contaminación gringa,
cargan los costos en Grecia y España, partes débiles de aquel hilo.
Claro,
lo anterior sólo es el análisis simplificado de una de las múltiples causas que
han generado el quebranto europeo. Hay motivos internos dentro de esa unión que
van desde el monismo monetario hasta los desniveles educativos de los pueblos
unificados.
Por
otro lado, tales problemas no tienen efecto exclusivamente en EU y la Comunidad
Europea, sino en todos los países de la Tierra. Esta es la razón por la que
todas las miradas del mundo observaron está Cumbre del G-20.
Y
lo que se ha captado mundialmente es lo superficial, lo que los poderosos
desean que se sepa, y por eso lo publicitan. Lo importante se da entre los
tratos secretos, o discretos, entre ellos. Esto es lo real.