Los
ciudadanos de nuestro país, en número aproximado de 80 millones, tendremos que
decidir quién será el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos este próximo
1o de julio. No permitamos, desde ahora, que un tribunal electoral supla a la
voluntad popular.
Dudo
que un votante serio, responsable, y no comprometido previamente con algún
partido político, descarte a Josefina Vázquez Mota por haber tenido un connato
de desvanecimiento hace algunos días en evento público. Un incidente, así, no
la descalifica.
El
hecho de que Andrés Manuel López Obrador se haya equivocado desde la tribuna de
su propio mitin al afirmar que había como candidatos, para esta elección
presidencial, "un hombre y tres mujeres", no lo inhabilita como
opción para el votante.
Nada
impide a Gabriel Quadri de la Torre seguir siendo candidato en esta elección
federal del 2012 por haber señalado que no conocía a Elba Esther Gordillo
Morales, cuando quizá ésta tampoco lo conozca a él.
Resulta
sospechoso el que instigue a no votar por Enrique Peña Nieto por sólo haber
nombrado tan superficialmente a la Biblia, cuando alguien sin malicia, y frente
a cámaras de televisión, le preguntara los nombres de tres libros que más le
hubiesen impactado.
A
cuestiones tan superficiales e irrelevantes no debemos valorarlas como el
fundamental motivo de nuestro voto. ¿Quién no ha tenido de manera normal una
baja presión inesperada en público?, ¿quién no ha padecido el extravío, ante un
micrófono, al afirmar 1 en lugar de 3, y de señalar "mujeres" en
lugar de "hombres", o algo equivalente?, ¿quién no ha cometido el
olvido, táctico o involuntario, respecto de una persona que recién hemos
visto?, ¿a quién no se le ha borrado por un instante los nombres de libros y de
autores?
Cuestiones
de mayor importancia deben ser la causa de nuestro rechazo o de nuestra
aceptación al momento de emitir nuestro sufragio.
Como
Presidente de México, ¿qué hará frente al actual desempleo?, ¿qué medidas
tomará ante la violencia, inseguridad, crimen organizado y narcotráfico?, ¿qué
determinaciones culturales y educativas aplicará en su sexenio?, ¿qué
estructura económica impulsará en el país?, entre otros asuntos de grave
importancia.
Desde
luego que también motivará nuestro voto el pensar, el decir, y el hacer, de
cada uno de los prospectos; como a su vez contará, para ganar adhesiones, a
quiénes escoja como sus colaboradores.
Deben
contar muchas otras cosas de los candidatos para lograr la confianza del
elector; por ejemplo, su congruencia.
A
mí me parece más auténtico el López Obrador del año 2006. Muchos de sus
razonamientos de hace 6 años yo los puedo suscribir; en cambio, ahora en el
2012 cuando he preguntado a diversas personas si creen en la metamorfosis
sufrida por Andrés Manuel, no he encontrado a nadie que me diga que sí cree en
esa transformación sincera.
Nuestras
opciones reales son cuatro, y sobre ellas debemos valorar con responsabilidad.