miércoles, 25 de abril de 2012

Monarquía Güegüenche "LA PROVIDENCIA ME HIZO PRESIDENTE"

     Según nuestra Carta Magna, en su artículo 40, "Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática, federal"; empero, según el discurso pronunciado en inglés por el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América, "La providencia me puso en Los Pinos".
     Así que en Washington, en el idioma de los amos, el presidente de una república confiesa sin más que no le debe nada al voto popular, ya que no fueron los ciudadanos de México quienes lo eligieron para el máximo cargo que existe en nuestro país, sino que dicho puesto se lo debe a la providencia.
     Y... ¿Existe esa providencia con tanto poder, por encima de la voluntad del pueblo?, ¿quién es esa providencia tan eficaz en el mundo de las urnas y los votos?  
     San Agustín afirma, en el libro octavo de La Ciudad de Dios, que la existencia de la providencia es divinidad, asentándose por este doctor de la iglesia, dicha verdad, como un dogma establecido por la patrística, conceptualizando a esa providencia, posteriormente, como "la divina gracia de la voluntad de Dios", según Juan Damasceno.
     Tanto la patrística, como después la escolástica, sirvieron de base filosófica al cristianismo y, por ello, a la Edad Media y al feudalismo, en donde, en esencia, el Rey de Reyes era el Papa como representante legítimo de Dios, y los reyes de cada Nación eran sus súbditos, salvo las variaciones que el desarrollo de los siglos dieron a la existencia monárquica.
     Obvio, en esa forma de organización humana la providencia, o la divina providencia tenía, entre otras, lo que hoy denominamos funciones electivas. En esos tiempos aristocráticos no era concebible la república.
     Recordado lo anterior, no pocos mexicanos nos preguntamos: ¿qué quiso decir el Presidente Felipe I de México en su discurso en inglés, en las entrañas del imperio estadunidense?
     ¿Fue una metáfora para llamar divina providencia al gobierno gringo?; ¿fue simple producto expresivo de su sistema nervioso estructurado cristiana y medievalmente?; ¿fue una figura de dicción para reconocer que su llegada a Los Pinos sólo es resultado de un chiripazo, al que todavía ni él mismo le encuentra sentido?
     "Haiga sido como haiga sido", para utilizar por millonésima ocasión la propia frase del Presidente Calderón, su nuevo equívoco a todos nos afecta. Sobre todo le daña a él, en los malos tiempos que se le avecinan.
     Calderón Hinojosa tiene la capacidad de avizorarlos. De sus propios discursos se desprende: "Es probable que mucha gente se acuerde de estos años por la violencia, la delincuencia y los crímenes... la expansión del narco ha perfilado una sustitución del Estado de derechos por un estado de temor..."
     Y vuelve a cometer error, al llamar "probable" a lo que ya es una realidad. Así se les recuerda, ya, a estos años del sexenio calderonista; y a él se le recuerda como el actor principal, y acaso no lo sea.