Sus atribuciones legales no le alcanzan, fuera de su
país, para realizar entrevistas con sólo tres de los aspirantes a la primera
magistratura de la Nación, con señalado desprecio a ese cuarto pretendiente, de
quien su nombre casi nadie recuerda.
Por razones prácticas, supongo, Josefina Vázquez Mota,
Enrique Peña Nieto, y Andrés Manuel López Obrador, se han prestado a la
entrevista con el enviado del epicentro del imperio, afectando, de
alguna manera, la ya maltrecha soberanía nacional.
El periplo de Biden incluyó varios
países de la América Latina, ya que después de México visitó Honduras, El Salvador,
Panamá, Costa Rica y Guatemala, con variados motivos superficiales, pero con el
denominador común de una próxima guerra en puerta en contra de Irán, que
afectará no sólo a los energéticos mundiales, sino a los seres humanos del
planeta.
El abogado católico Biden, a pesar de su problema de dos
aneurismas cerebrales en el 1988, ha sido considerado experto en el estudio de
países desestabilizados, y con inquietudes en el problema petrolero del mundo,
que lo condujo a ser pieza clave en la invasión a Irak, desde su posición
antañona en el senado.
Ahora, su viaje relámpago que ha incluido
preponderantemente a México tiene el propósito de asegurar, antes del problema
bélico que se avecina, el vínculo amistoso con su desconfiado vecino del sur,
tan sumido en la inseguridad por un crimen organizado made in USA.
Comprende el gobierno estadunidense que su incondicional
amigo Felipe Calderón Hinojosa se encuentra ya en ocaso, por lo que le urge
tomar el pulso a sus posibles sucesores, a través de un supuesto experto en el
sondeo de personalidades.
Así que cultivó al trío; y, para los tres examinados
aplicó el test de la inseguridad, y del petróleo, asuntos claves para medir los
matices de su actitud colaboradora. ¿Son de fiar, o no se les puede tener
confianza?, desde la perspectiva del interés estadunidense.
Las sombras cortas de nuestra soberanía
empequeñecida nos han hecho vulnerables de nueva cuenta. Desde hace doce años
los intereses representados por el gobierno gringo han sido factor a la vista
en los problemas electorales de México, so pretexto de una globalización
manipulada por los poderosos de la Tierra.
El examen está hecho. La
calificación externa no será conocida por nosotros de inmediato, sino pasado el
término de ley que el sistema jurídico de ese país aplica a sus importantes
secretos de especial reserva.
Tengamos seguridad en nuestro voto
al emitir nuestro sufragio el día de la elección, a favor del desarrollo de los
112 millones de mexicanos.
No perdamos la vergüenza, ni tampoco
la patria.