México
se encuentra revuelto y, por ende, con altos grados de confusión.
Los
sismos que sacuden al país han pegado no sólo en las placas geológicas, sino en
la economía, la política, la religión, la educación, la justicia, y en todos
los fenómenos de carácter social.
El desconcierto llega hasta los más conspicuos
hermeneutas del derecho, quienes en franco olvido de que viven en un estado
laico, con sistema educativo científico, al margen de toda creencia religiosa,
pregonan ante una boruca de temas convulsionada por un temblor de 7.8 grados:
"Que Dios nos agarre confesados".
Tal
manifestó el ministro de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, cuando se levantó de su asiento para salir
pronto del salón de sesiones, ante la oscilación telúrica reciente.
Que
Dios nos agarre confesados. Así decían algunos ante la posibilidad de que se
aprobara el proyecto de sentencia de amparo a cargo del ministro Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea. ¿Cómo se iba a dejar en plena libertad a una culpable,
únicamente por ser francesa, y ser objeto de un escándalo internacional que ha
puesto a nuestra justicia al desnudo?
Si
por razones de procedimiento se le violaron derechos humanos por parte de un
gran violador oficial, que se le restituya en ellos, amparando para efectos en
un nuevo proyecto a cargo de la ministra Olga Sánchez Cordero, castigando al
violador sin más.
Pero
dentro de ese gran temblor generalizado se platicaba de las posibilidades de
que, merced al auxilio del gobierno federal, Josefina Vázquez Mota fuera
impuesta como Presidente, y para ello también cuadró la católica frase de que
Dios nos agarre confesados.
Ante
esos agites, tenemos en puerta la visita del Papa Benedicto XVI, quien
celebrará en el bajío una misa de Estado a los pies del Cristo Rey del Cerro
del Cubilete, teniendo como asistentes, según confirmaciones, al Presidente
Felipe Calderón Hinojosa, y a los aspirantes de los partidos políticos
mayoritarios a la titularidad del Poder Ejecutivo Federal, y también frente a
esto, o abajo de esto, vale expresar que Dios nos agarre confesados.
Desde
luego el caso del Papa y sus próximos feligreses, el de Florence Cassez y el de
Josefina Vázquez Mota, la aseveración del ministro Mayagoitia y la tierra de
sismos en la que nos ha tocado nacer y vivir, tienen conexión y ensamblaje, por
lo que constituyen un rompecabezas nacional, en todos los sentidos posibles.
Todos
esos temas enredados, y más hilaza entrelazada en la explosiva vida de México,
nos tienen al filo del peligro, con una anarquía atroz, de la que abusan los
poderosos protegidos por el gobierno de los Estados Unidos de América para
pescar sus enormes ganancias.
E
incluso Mario Vargas Llosa, peruano español, con Premio Nobel de Literatura a cuestas,
llega a México a escenificar una novela: Josefina Presidente, que Dios nos
agarre confesados.