domingo, 25 de marzo de 2012

Cultura en Lugar de Guerra NUNCA ES DEMASIADO TARDE


La realidad es dolorosa, pero es la realidad. Es difícil matar a 60 mil personas y desaparecer a cerca de 100 mil, pero es imposible no recordarlas y borrar su muerte de la memoria colectiva, y en el recuerdo de cada uno de nosotros.
Pareciera que los mexicanos no hemos aprendido de nuestra historia, o que no se nos ha fomentado la cultura de procesar adecuadamente nuestros registros históricos como herramientas eficaces que nos auxilien a resolver nuestros problemas presentes.
Empero, la realidad es que resulta más fácil solucionar los problemas de narcotráfico y del crimen organizado con cultura y educación, que con balazos y fuerzas armadas.
Lástima que el gobierno federal se equivocara de inicio, violando nuestra Carta Magna flagrantemente; y, ahora, debemos todos partir de lo que es, y no de lo que fue, para los efectos concretos de ir motivando correcciones en tan delicado problema.
La violencia generada por una guerra es brutal, y nunca es el remedio para la naturaleza de un crimen organizado y de narcotráfico de origen y desarrollo internacional.
Fuentes esenciales de este mal se encuentran allende de nuestras fronteras, y huelen a gringo. La raíz siempre se negará a la destrucción de sus propios frutos, semillas naturales de sus remplazos. Su necesidad imperiosa de estas ilegalidades la conduce al cinismo de una ética de varios rostros.
México debe pronto tomar el camino eficaz de su propio derecho, la de su aplicación correcta y justa, con el ejercicio coercitivo contundente de su sistema normativo, a la vista de toda la sociedad, y con su informada participación.
Debemos saber que la rectificación no es fácil, pero no es imposible y, en cambio, resulta indispensable. En las autoridades próximas que ejerzan las atribuciones del Estado, representado por el gobierno, debe haber honestidad, firmeza, y capacidad.
En el pueblo debe haber conciencia y decisión, confianza y apoyo. La sociedad mexicana está deseosa de participar en grandes decisiones que la conduzcan a remediar sus males, motivados por los malos gobiernos.
Y la cultura puede auxiliar eficientemente en esa histórica tarea. Es obvio que sola no podrá hacer tanto ni podrá provocar resultados rápidos e inmediatos, pero con la armónica conjunción de otros instrumentos proporcionará arreglos satisfactorios.
Es claro que de la cultura que hablo no es la de las simples artes de las exquisitas clases pudientes de nuestro país, la cual, por respetable que sea, no funcionaría cabalmente para el fin propuesto.
Estoy hablando de la cultura para todo y para todos. Me refiero a la cultura como una aptitud individuo social de todo ser humano, y a los productos socio-individuales de esa aptitud.
Se trata de cultivar lo mismo nuestro cuerpo que nuestro cerebro al máximo, y de la manera mejor calificada conforme a un proyecto nacional que tenga sólidas bases de solidaridad internacional, orientado en el mejor humanismo de nuestro tiempo.
Claro, cultura para la paz, y no para la guerra. Cultivemos nuestros valores. Reflexionemos, nunca es demasiado tarde.