lunes, 9 de mayo de 2011

ESTAMOS HASTA LA MADRE

10 de Mayo
ESTAMOS HASTA LA MADRE                                                                         
            “Madre”, como palabra o como concepto, gramatical o lógicamente observada, viene a significar, en el fondo, “origen”, al igual que en su raíz latina de “mater”.
            Claro que para el efecto de cada 10 de mayo, el “Día de la Madre” expresa la fecha designada para rendir homenaje a todas las progenitoras, a todas las mamás, a toda mujer que teniendo uno o más hijos es digna de este reconocimiento, además de por su parto, por su formadora capacidad maternal en vínculo con sus descendientes.
            Hoy es un día dedicado, en México como en algunos otros países, a la madre universal, como a la madre concreta y personalizada de cada uno. El 10 de mayo fue propuesto y promovido por el entonces director del Periódico Excélsior, Rafael Alducin Bedoya, en el año de 1922; aunque la madre debe recordarse, para bien, todos los días.
            Así que desde estas líneas van mis mejores deseos para todas y cada una de las mujeres que, en potencia o en acto, prefiguran o figuran ya en la maternidad, no sólo por su matriz y anexas, sino por su sensible conciencia responsable frente a su descendencia.
            Por otra parte, el término “madre” ha resultado en el desarrollo de nuestro lenguaje de una utilidad singularísima y excepcional.
            En la metafórica y deidética conceptualización de la “Madre Tierra” nos conduce a niveles metafísicos incuestionables, acaso por lo obvio, quizá por lo abstracto.
            Cuando se emplea para calificar, en inicio, a la “Madre Patria”, tiene un significado cívico de extraordinario vigor, y de exaltación nacionalista, medio relegado hoy, pero con gran futuro e impacto en el mañana.
            Como cauce de un río o un arroyo, sea el de Santa María, o el del Balsas, esa “madre fluvial”, de tan permanente sostén, nos presenta una imagen por demás generosa de cimiento hidráulico.
            Las “madres del mosto, del vino o del vinagre”, siendo las heces de tales elementos, constituidas en natas, brindan continuidad calificada a esos productos.
            Indicar lo que es la “madre de cualquier armazón”, se realiza señalando el eje que lo soporta.
            Decirle “madre” a una monja de convento, acaso es para recordarle que, desde la Leyes de Reforma, no tiene ningún valor legal su voto de castidad, ya que afecta a su libertad humana.
            Ahora bien, independientemente de las significaciones académicas anteriores en relación al término “madre”, los mexicanos en un lenguaje hecho a golpe de sentimiento popular, usamos dicha palabra con valoraciones contradictorias de tipo convencional.
            “Está a toda madre”; o que es excelente. “A madres”; diciendo con ello que es mucho o demasiado. “Darle en la madre”; anuncia que a alguien lesionarán en forma severa. “Me vale madre”; quiere apuntar que no le importa nada.
            Parece inagotable este concepto; sin embargo, hoy por hoy se ha vuelto un mensaje por demás sentido externar: Ya todos “estamos hasta la madre”, refiriéndonos a los malos gobiernos que no sólo no saben resolver los problemas conforme a sus atribuciones legales, sino que, incluso, idiotamente los provocan.
            Reflexionemos sobre nuestro lenguaje y, para las madres, ¡enhorabuena!, y ¡muchas felicidades!