lunes, 16 de mayo de 2011

EL GRAN AMARGADO

Máximo Gorki
EL GRAN AMARGADO                                                                                      
            Todos sus lectores lo conocemos como Máximo Gorki, ese fue su pseudónimo literario; pero su nombre verdadero fue Alexiéi Maximovich Péshkov, (1868-1936) y “Gorki” en ruso significa “amargado”.
            Su vida no fue muy dulce, pero la amargura de su existencia la pintó con una maestría literaria de tipo realista que marcó cánones en la pedagogía soviética.
            En realidad su inspiración artística y didáctica la obtuvo de la atmósfera zarista, y no por ser una hechura consciente de esos tiempos imperiales, sino porque dialécticamente en los peores pantanos se producen, también, los mejores frutos.
            Desde la perspectiva de esa coexistencia y de la lucha de los contrarios, también Lenin, Troski, y Stalín, fueron producción zarista. Lo afirmo y lo sostengo.
            Lo curioso es que en la propia vida de Gorki se vio reflejada toda una generación. Lo más extraño es que este intelectual ruso careció de una educación escolarizada. Su presencia en las aulas fue por demás breve y claramente irregular.
            No es metafórico decir que su escuela fue la vida, y una existencia  espesa, trágica, agresiva, sangrienta, de luchas, de penosos y excesivos trabajos de toda índole, pero eso sí, de baja estofa la mayoría de ellos.
            Lo que tuvo Gorki desde muy pequeño fue su ansia de saber, ello lo condujo a un autodidactismo severo y disciplinado con el paso de los años.
            Deseó entrañablemente ir a las escuelas, a los colegios, a las universidades, pero nunca pudo por variadas razones, y jamás fue admitido. Leía con la avidez de un sediento todo lo que llegaba a sus manos, pero sobre todo aprendió a leer la vida humana de manera directa.
            Conoció gente bondadosa, pero también trató a criminales natos. Observó de muy cerca los celos, el rencor, el amor, el odio, la envidia, la perseverancia, la flojera, la miseria y la riqueza, la torpeza y el talento, la misericordia, el perdón, la injusticia. Todo el paisaje físico y humano que sirve de crisol y de fragua al comportamiento de los hombres, de las mujeres, de los niños, de los ancianos.
            Y todo lo anterior, con extremado realismo lo dejó escrito para la posteridad, en ventaja nuestra.
            Obvio que en la época zarista comenzó a publicar. Sus primeros escritos, anteriores a la Revolución Rusa del 1917, aparecen editados en 1892. Lo más destacado de su obra prerrevolucionaria: Makár Tchudrá, Paul Verlaine y los decadentes, Los ex-hombres, Pequeños burgueses, Los bajos fondos, Los hijos del sol, La madre, La confesión, Cuentos de Italia, Mi Infancia, Por el mundo.
            De sus obras publicadas en la época soviética destacan: Mis universidades, La casa de los Artamonov, Cuarenta años, Yegor Bulychóv y los otros.
            Sin primaria ni secundaria ni preparatoria ni licenciatura ni maestría ni doctorado, Máximo Gorki marcó la pedagogía soviética de los primeros lustros, en sus bases, y en su etapa inicial. El llamado “padre del realismo socialista”, en la didáctica y en la literatura sigue siendo actual y está lleno de enseñanzas.
            Todo maestro debe leerlo.