miércoles, 13 de octubre de 2010

LÁGRIMAS DEL MUNDO

Mineros Chilenos
LÁGRIMAS DEL MUNDO
                                                                                 
            Todo el mundo, a través de sus medios masivos de comunicación, se encuentra pendiente del rescate de 33 mineros que el 5 de agosto quedaron sepultados, a 700 metros de profundidad, en la mina de San José, productora normalmente de oro y cobre, y ahora también de coraje y esperanza, situada al norte de Chile, propiedad privada de la Compañía San Sebastián.
            Parece ese operativo de recobro de seres humanos, en su superficie tan publicitada, un fenómeno mediático; empero, en el fondo es un hecho trascendente e histórico.
            Siempre, uno de los trabajos más productivos, más peligrosos, más insalubres, pero menos protegido, menos pagado, menos reconocido, es el de minero.
            En el México actual, para no retrotraernos a las dramáticas pero heroicas vidas y vivencias que describe Emilio Zola en su realista, o naturalista, novela Germinal, vemos como esa labor realizada en las entrañas de la Tierra es ejemplo de explotación, desafecto, y hasta desprecio.
            No hace mucho, en febrero del 2006, tanto la empresa de la Mina de Pasta de Conchos como el gobierno federal de México, y el estatal de Coahuila, dejaron morir a 63 mineros atrapados en su subterráneo espacio de trabajo; para, después, no hacer nada a efecto de recuperar ni un solo cadáver. En esta tragedia no sólo hubo lágrimas mexicanas, sino también se sintió una dolorida solidaridad del mundo, reducida al mínimo por el gobierno mexicano al través de su manipuleo en las comunicaciones de consumo interno.
            Pero ahora, a diferencia de lo que ha venido pasando ordinaria y cotidianamente en el negocio de la minería en todo el planeta, en la hermana República de Chile, ante la tragedia, el gobierno del Presidente Sebastián Piñera Echenique dispuso de inmediato de 4 millones de dólares para iniciar el rescate de esos mineros, al mismo tiempo que a través de un procurador y un juez se ejecutaba un acto de autoridad para cancelar toda disposición de bienes de la empresa minera, a efecto de que ésta le hiciera frente a su responsabilidad, y no fuera mañosamente a enajenar su patrimonio.
            La operación de rescate, con el éxito que ha tenido, saldrá aproximadamente en 9 millones 700 mil dólares, que resulta una pequeña parte de todos los activos que registra dicha compañía minera; pero, lo más caro hubiera sido no salvar la vida de 33 chilenos.
            El prestigio internacional de Chile ha subido considerablemente, e internamente se encuentra el país envuelto en un orgullo nacional, que se contabiliza a favor de todos. Ahí, en la tragedia, todos ganaron; sobre todo, cada chileno sabe que tiene un gobierno que cuida y garantiza su vida.
            Lo opuesto a México, en donde los gobiernos, antes el de Vicente Fox Quesada, y después el de Felipe Calderón Hinojosa, no hicieron nada por los mineros mexicanos de la Mina de Pasta de Conchos, protegiendo la mezquindad y la pobreza moral de los propietarios de esa empresa.
            Por lo de México, y los casos similares, lágrimas de dolor y de rabia; por lo de Chile lagrimas de alegría y satisfacción. Esta actitud práctica y humana del gobierno chileno debe grabarse en la conciencia de la Humanidad, y de cada ser humano, para que de hoy en adelante la vida, más la de los trabajadores que son quienes generan la riqueza nacional, se salvaguarde.