lunes, 6 de septiembre de 2010

JUEGO DE EQUÍVOCOS

Torpezas tras Torpezas
JUEGO DE EQUÍVOCOS
                                                                                        
            Es un mal gobierno federal aquel que trabaja para construir una buena imagen del Presidente de la República en turno, ya que ésta no es la función ni del Estado ni de las autoridades.
            Resulta todo un absurdo que tanto el Presidente Felipe Calderón Hinojosa como los medios masivos de comunicación, subsidiados por el propio gobierno, ocupen sus importantes recursos y espacios para informarnos de cómo la imagen del ejecutivo federal “registro un leve repunte al llegar a la calificación de 6.4, la más alta del año”.
            Este tipo de frivolidades también se observa en las entidades federativas del país, y en no pocos municipios de México; los gobernadores y los presidentes municipales andan pagando la publicación de sus autoevaluaciones.
            En realidad, no es más que la versión moderna de la vieja actitud de la madrastra de Blanca Nieves ante su propio espejo: “espejito, espejito, quien es la más hermosa sobre la tierra”; y siempre la respuesta normal, si el espejo no quiere ser destruido: “Usted Majestad”.
            Lo importante no es que se encuentre bien el perfil del poderoso en turno, sino que se encuentren bien todos y cada uno de los habitantes de México; lo fundamental es que tengan trabajo con un salario remunerador, que tengan educación permanente y de calidad, cobertura de salud total, seguridad para que no los maten, afecten su integridad física, o roben sus propiedades.
            Otro equívoco, entre muchos otros errores, es andar paseando y “mostrando los restos de 14 héroes… el estandarte de Hidalgo, el original de la Constitución de 1917 y de los Sentimientos de la Nación”, so pretexto de los festejos patrios del Bicentenario y el Centenario, pero para llenar los vacíos que ha dejado la incapacidad y las torpezas oficiales; y, al final, sin apreciar ninguna de los sentimientos de la Nación.
            Lo que la gente común espera es no ver tantos restos de migrantes asesinados, y las montañas de cadáveres que ya superan a los 30 mil, por una guerra que sólo debió ser, en el mejor de los casos, la estricta y eficaz aplicación de la coercitividad de Estado Mexicano, a sujetos que actualizan los supuestos jurídicos de las normas penales.
            Pero sobre todo lo que a los miembros de la sociedad nos interesa, más que los restos de nuestros héroes, es que, en apego a los valores que los inspiraron, se cumplan los fines perseguidos por los que ofrendaron sus vidas: Independencia de México, en relación a España, al Vaticano, a los Estados Unidos de América, o ante cualquier otra nación o gobierno, o empresa transnacional; libertad auténtica, con base económica para ejercerla; democracia cierta y no ficticia; distribución equitativa de la riqueza.
            Otros deslices más, es proponer la unidad por la unidad, ambicionar el poder por el poder, buscar la educación por la educación, amasar riqueza por la simple riqueza, aplicar la fuerza por la fuerza misma. Todo lo anterior, o casos similares, no hacen más que ir en contra de los desarrollos dialécticos de medios y de fines que nuestra propia vida humana produce de manera normal.
            Obsérvese con alarma, y preocupación, como muchos niños mexicanos están siendo educados para ser sicarios, narcotraficantes, mafiosos, para que todo esto forme parte de su normalidad desde la infancia. Esto es grave y constituye parte de nuestros problemas reales, y ante ello, nuestro cansancio histórico poco puede hacer, si no sabemos actualizarlo.
            No debemos equivocarnos, nuestro problema son los malos gobernantes, y sus dramáticas consecuencias.