lunes, 20 de septiembre de 2010

EL PAPA EN GRAN BRETAÑA

Dolor y Vergüenza
EL PAPA EN GRAN BRETAÑA
                                                                                 
            Los cuatro países que integran al Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte tienen por religión oficial la anglicana, una fuerte rama del protestantismo que tiene como máximo jerarca al monarca en turno de ese Reino.
            Por ende, hoy por hoy, tanto Irlanda del Norte como Gales, Escocia e Inglaterra, tienen a la jefe de Estado, y guía espiritual, de mayor antigüedad en su cargo y en sus funciones: Isabel II, quien cumple en el ejercicio de su poder 58 años, 7 meses, con 15 días, y a quien se le ve deseos y fuerza para proseguir en su mandato, príncipe Carlos de por medio.
            Al parecer, en ese reino, la religión católica ocupa un tercer lugar en cuanto preferencias. De un poco más de 61 millones de habitantes, el 65% dice ser cristiano protestante; el 21% se califica sin ninguna religión; el 7% se declara católico, y el resto se divide en diversas religiones orientales. Esto según los datos publicitados por el Estudio Británico de Actitudes Sociales del año 2007.
            Sin embargo, aparte de esos datos fríos, en la Gran Bretaña existe un porcentaje de activos anticatólicos superior a los católicos, lo que hizo que la reciente visita del Papa Benedicto XVI a esa isla británica tuviera un caluroso riesgo provocativo y peligroso.
            Los grandes y numerosos carteles llegaron a ser insultantes: monjas embarazadas de más de ocho meses anunciando preservativos; sacerdotes católicos abrazadas y besuqueándose, para anunciar pastas dentales; monjes persiguiendo a niños para inducirlos a las buenas costumbres. Todo esto tuvo que soportarlo con humildad, pero formulando razonamientos aceptables, el Pontífice Romano.
            Además, la policía británica tuvo que realizar decenas de detenciones preventivas, y por tentativas de actos delictivos consignó a algunas personas ante órganos jurisdiccionales, durante y por la vista papal.
            Debe recordarse que en Gran Bretaña el catolicismo en el 2007 inició una reactivación en sus labores proselitistas, logrando, incluso, la conversión a esa creencia de los anglicanos Tony Blair, su esposa y sus cuatro hijos, recién concluido el mandato del primero como Primer Ministro de la Gran Bretaña.
            Unido a lo anterior, desde el rompimiento entre Inglaterra y el Papa, hace aproximadamente cuatro siglos, es la primera vez que se admite la visita del Obispo de Roma en su calidad de jefe de Estado, ya que la estancia de Juan Pablo II en esa gran isla sólo fue como invitado de la comunidad católica británica.
            En cambio ahora, al Papa Benedicto XVI le tuvieron todas las atenciones oficiales posibles, por parte de la Reina Isabel II, del Primer Ministro David Cameron, de Su Gracia, el arzobispo de Canterbury y de los obispos de la Iglesia de Inglaterra; y, algo más, fue invitado a hablar en la prestigiada tribuna de las dos cámaras del Parlamento, en el histórico recinto de Westminster Hall.
            Celebró misa ante cerca de 60 mil católicos británicos, y beatificó personalmente a “un gran hijo de Inglaterra, al cardenal John Henry Newman”; y en diversas intervenciones señaló conceptos destacables: “confieso tener miedo y vergüenza por los errores y abusos de miembros de la Iglesia Católica… la Santa Sede cooperará para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil, plural, con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes”.
            Lo anterior tendrá consecuencias positivas para la Comunidad Europea, y será un ejemplo para el mundo católico, incluido México, con su alto clero, a veces tan ajeno a la humildad.