jueves, 16 de septiembre de 2010

ALIANZAS ATERRADAS POR PEÑA

Peña temeroso por Alianzas
ALIANZAS ATERRADAS POR PEÑA
                                                                      
            Cuando la atmósfera del país se carga de miedos, éstos infectan a todos; sin embargo, siempre hay personas que, con carácter y talento, saben manejar y superar sus temores.
            En las empobrecidas áreas de la actual política electoral mexicana, dos partidos ideológicamente irreconciliables y opuestos, el PRD y el PAN, han andado a últimas fechas de la manita, en un amasiato práctico, pero en el fondo ilegal, y más al fondo falto de ética.
            Habilidosamente les funcionó para castigar, en elecciones recientes, a dos desprestigiados gobernadores priístas, uno de Oaxaca y otro de Puebla, y para aventajar en Sinaloa, en virtud de otras causas.
            En realidad, en esos tres Estados de la República, en contra de un PRI dividido, hubo una triple alianza: PAN, PRD, y la parte resentida del PRI. Acción Nacional y los de la Revolución Democrática pusieron sus siglas, sus votos, y los dineros que les llegan por diferentes vías, unas a la vista y autorizadas en presupuestos oficiales, y otras subterráneas y vergonzantes, y la parte resentida del PRI puso a los candidatos triunfantes.
            No pocos mexicanos vieron con satisfacción el escarmiento impuesto a los impopulares gobernadores ya citados, pero saben, y les preocupa, que la alianza sancionadora puede resultar peor que las faltas de los malquistos gobernantes.
            Obvio que no todas las alianzas son malas, ni perversas ni criminales ni ilícitas ni inmorales. Claro está que existen alianzas ilegales, faltas de ética, dedicadas a cometer delitos, mal intencionadas, y perversas. De todo tipo de alianzas hay, y juzgo innecesario poner ejemplos de cada una de ellas.
            Empero, en materia de partidos políticos, y en relación a su naturaleza, por la función legal que desempeñan, a los contribuyentes nos cuestan cientos de miles de millones de pesos, para que sirvan como lo instrumentos electorales intermedios entre los ciudadanos y aquella parte del poder público que es electa, de manera directa, o indirecta, en su caso.
            Y deben representar, cada uno de los partidos políticos, a un sector de la población, a través de sus documentos básicos: la Declaración de Principios; el Programa de Acción; y, los Estatutos. Pero si todos los partidos se aliaran, ya tendríamos un partido único, no tendríamos tantos gastos, pero tampoco tendríamos de esas opciones que se califican de democráticas. Si se aliaran partidos con documentos básicos opuestos, carecerían de sentido ambos, puesto que dejarían de cumplir con sus deberes. Y mal haríamos los mexicanos en mantener a un partido político que no represente a nadie, o que no acepte las reglas del sistema electoral para el que fue creado.
            Absurdamente ensoberbecidos el PAN y el PRD por los resultados, no cabalmente comprendidos por ellos, de su reciente alianza, y teniéndole temor a que gane el PRI con Enrique Peña Nieto la Presidencia de México para el 2012, urdieron aliarse en su contra en la elección para gobernador del Estado de México en el 2011. Su proyectada alianza, con candidato único, era producto de su descomunal  temor a que gane el PRI y Peña Nieto.
            Y ahora que el Congreso del Estado de México aprobó la desaparición de la figura de “candidatura única”, el PRD y el PAN acusan al PRI y a Peña Nieto de temer a las alianzas, cuando éstas no se prohíben. Como se puede observar, todo esto es un enredo de miedos, en donde parece grotesco que se acusen de lo mismo que padecen.