lunes, 19 de julio de 2010

EMBROLLADO EN LA RELATIVIDAD


Carlos Slim
EMBROLLADO EN LA RELATIVIDAD
                                                                                 
            Al parecer con la autorización de Carlos Slim Helú se publicitó, en todo México, algo que ya se había editado en la revista Forbes desde hace algunos meses: “El hombre más rico del mundo vive con un modesto sueldo de cerca de 24 mil dólares mensuales”.
            Y con una información así, 110 millones de mexicanos no sabemos a ciencia cierta si reír o encabritarnos. No entendemos si es una burla para nosotros, o pretende ser una lección de economía doméstica, de actitud ahorrativa de un ranchero ricachón, o un ejemplo moral del moderado gasto personal de un multimillonario en dólares.
            Quiero suponer, en el mejor de los casos, que se trata de decirnos qué el internacional ganadineros vive sin ostentación, sin realizar gastos superfluos, pero eso sí, confundido entre la relatividad de los valores.
            No sólo por mezclar con ello valores educativos, económicos, éticos, políticos incluso, sino por mostrar escaso sentido de la relatividad de la riqueza en el mundo de lo concreto, y de lo cotidiano.
            Si el mensaje sólo va para los archimillonarios, otros debieron ser los conductos de comunicación. Si con ello pretende que lo emulen los ricos Mac Patos del mundo, es buena y práctica la nota, pero debió ser más directa y exclusiva para esos receptores. Si todos los amasafortunas fueran parcos, abstinentes, y sobrios, nuestra economía mundial no tendría tantas deformaciones y burbujas inflacionarias, porque ese buen ejemplo permearía económica, moral, y de manera educativa y cultural, hasta el mismo mundo de los políticos.
            Empero, la riqueza y la pobreza no dejan de tener algunas perspectivas de relatividad, más si se aplican de manera imprudente en el amplio abanico de posibilidades humanas, en relación a sus ingresos económicos.
            Imagínense al más amplio espectro de mexicanos que viven con un salario mínimo $57.46 en la zona económica A, de $55.84 en la zona económica B, y de $54.47 en la zona económica C, lo que en el mejor de los casos sube a $1,740.00 pesos mensuales, lo que piensan de alguien que afirma que vive con modestia porque sólo gasta al mes poco más de $300.000.00 pesos, aunque sin contar, seguramente, los gastos que para él realizan sus empresas.
            Compárese esa cantidad de $300.000.00 pesos mensuales con lo que oficialmente asegura ganar el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, aproximadamente $160.000.00 pesos mensuales, y casi, el cacareado recato de Slim para gastar, duplica los ingresos del Presidente de la República.
            Sin embargo, existen acaudalados que teniendo menos capital que Carlos Slim derrochan al mes varios millones de pesos, en bienes y servicios de consumo suntuario y antojadizo. Propiamente ante ellos es donde vale la muestra, el arquetipo, y no frente a todos los mexicanos en tanto desamparo económico, miserable producto de la mala distribución de la riqueza de nuestro país.
            En las explicaciones que Slim ha hecho de su decálogo, me quedo con una idea certera y práctica: “Mi filantropía no busca mejorar mi imagen… Uno de los principales objetivos de mi combate a la pobreza, no es humanitario, sino económico, ya que las empresas son más rentables cuando se eleva el poder adquisitivo de las personas”.
            Y, claro, la filantropía también es relativa, más, ésa, la filantropía que se ejerce no por el amor a la humanidad, sino por amor a las empresas rentables.