lunes, 22 de febrero de 2010

GENERADOR DE VIOLENCIA


Terrorismo Fiscal
GENERADOR DE VIOLENCIA

            La noticia dio la vuelta al mundo. En Austin, Texas, en los Estados Unidos de América, un enfurecido contribuyente que se sintió agredido, por el fisco gringo, impactó su avioneta en las oficinas de la secretaría de Finanzas de esa población americana.
            La cadena internacional CNN informó que el piloto se llamaba Joseph Andrew Stack, quien tenía 53 años, una avioneta, y una cólera terrible en contra de los abominables cobradores de impuestos. Murió en el impacto, dejó tres muertos más, y media docena de heridos, con un mensaje escrito previo, en donde descarga su coraje en palabras en contra de los sinvergüenzas que se encargan de los impuestos.
            Este tremendo hecho debe ser conocido y estudiado por todos los sádicos que, en el ejercicio de las finanzas, parecen gozar generando terrorismo fiscal contra gente cada día más empobrecida.
            Obvio que el ciudadano Stack tenía avioneta, pero el fisco estadunidense, a su decir, lo había dejado en la ruina, y en pocos días le iba a quitar su casa, la avioneta, su auto, sus ahorros, y aún así le quedaba debiendo al fisco. Así que decidió irles a entregar la avioneta de manera personal, y también su vida.
            Todas las secretarías de finanzas del mundo deben tener desde ahora una placa que les recuerde el nombre y el acto de Stack, pues Joseph Andrew es su más representativa hechura, ya que el terrorismo fiscal es causa de una violencia en contra partida.
            Y tan malo el motivo como el producto, siendo el generador el más perverso eslabón de esa siniestra cadena. El dicho gringo que está permeando en México es tan atroz como cínico, “Sólo de dos cosas nadie se pude salvar: de la muerte, y de pagar impuestos”. Con esa filosofía se observa que ambas cosas van en contra de la vida.
            Desde luego, los impuestos y los derechos son necesarios. Sin contribuciones no habría Estado ni gobierno; empero, las autoridades fiscales financieras deben ser las personas físicas más honorables, y no las más rateras, como viene ocurriendo.
            Esas autoridades, como todas, pero más que todas, deben cuidar que cada peso que le damos al fisco nos sea retribuido en servicios públicos y administrativos de calidad. Lo que en el caso de México, y en particular de Michoacán, no acontece.
            Los cobradores directos de los impuestos y derechos no deben tener conductas de nazis ni actitudes fascistas, ya que hacen más odioso al detestable cobro que mengua los ingresos que con tanto trabajo consigue la gente que trabaja.
            Y los legisladores que aprueban las leyes de ingresos, con toda la enredada gama de normas que constituyen la denominada miscelánea fiscal, deben cuidar que dichos preceptos sean breves, claros, precisos, y humanos, para no dar lugar a las deshonestidades de los secretarios de Finanzas que operan de la manera más indecorosa, y para que no se reproduzca la violencia tipo Stack, la que responde al terrorismo fiscal, enfermedad de moda en nuestros tiempos.