LOGOS
Bartlett, Ramón de
la Fuente y Los Pinos
NO HAY MAL QUE POR
BIEN NO VENGA
El triunfo electoral de AMLO y algunas de
sus decisiones pertinentes, tomadas por él sin llegar aún al cargo de
presidente, me recuerdan esa simpática comedia de nuestro Juan Ruiz de Alarcón
y Mendoza (1580-1639), "No hay mal que por bien no venga".
Ese autor de la Nueva España (tan
vapuleado por sus pares en Madrid) hace decir con agudeza a dos de sus
personajes: "No hay suceso que no tenga/prevención en Dios, Beltrán./Por
eso dice el refrán:/ No hay mal que por bien no venga."
Y es que todavía hay millones de
mexicanos que consideran el éxito de AMLO como un mal, pero sin esa victoria supuestamente
proterva no se designaría como embajador de México en la ONU a una
personalidad, bien calificada, como José Ramón de la Fuente, quien seguramente,
o al menos así lo deseamos muchos, tendrá un excelente desempeño.
También la decisión para que Manuel
Bartlett ocupe la Dirección General de CFE es atinada, pues nadie duda de su
inteligencia y eficacia.
Otra asertiva disposición es que despache
desde el Palacio Nacional el presidente, dejando para mejores usos a Los Pinos.
Predio que, con sus diversos y
caprichosos reacondicionamientos sexenales, ha dejado de ser útil como
residencia presidencial, en estos tiempos controvertidos.
El Castillo de Chapultepec y Los Pinos
están para ser, eficazmente vinculados, epicentros de cultura y atractivos
turísticos que muestren, desde su origen hasta hoy, los designios que el poder
les ha impuesto.
Por cierto que recién se ha editado el
libro de Morelos Canseco González bajo el título De Política Mexicana; y en él
nos comparte su plática con José López Portillo sobre el día que el Presidente
Luis Echeverría le insinuó que él sería su sucesor.
Dentro de Los Pinos lo condujo "a un
túnel secreto… construido desde la época de Lázaro Cárdenas… de más de un
kilómetro… que llega a un lugar donde hay variados transportes y personal… para
que el presidente, su familia y algunos colaboradores, puedan abandonar la
ciudad o el país… agregándole, te ruego discreción, pero es necesario que tú
conozcas esto".
Así que lo primero fue brindarle secretos
para la huida, en lugar de darle información y consejos para el buen ejercicio
del poder, y la forma práctica en que, de acuerdo a las circunstancias, se va
armando algo invisible siempre: los personales andamiajes de la acción política
de alto nivel.
En esa materia, por desgracia, parece
vulnerable e ingenuo Andrés Manuel; obsérvese su misiva al presidente Trump,
ahí exhibe bisoñamente su provinciano
cultivo al poderoso al hacer presunción, innecesaria y equívoca, de las engañosas
semejanzas entre ambos.
Pero en fin, de lo real o supuestamente
malo (dialécticamente) puede producirse lo supuesta o realmente bueno.
Por eso he recordado esa frase literaria
del siglo de oro, usada con certero encanto por el corcovado de Taxco: "No
hay mal que por bien no venga".