LOGOS
Flanco izquierdo,
¡ya!
ESTABLECER
EQUILIBRIO ENTRE LAS PARTES
En algunas elecciones presidenciales de
México ha acontecido que ciertos perdidosos no han reconocido el triunfo del
ganador; incluso en 2006 uno de los contendientes vencidos, "aiga sido
como aiga sido", se auto erigió con todo y su banda tricolor al pecho como
"Presidente moral de México".
Quien tal hizo, Andrés Manuel López
Obrador, ahora en su tercer participación a la presidencia ha resultado ganador
indiscutible, y rompiendo las tradiciones y hasta los principios formales de
que la autoridad electoral es quien anuncia los resultados y el nombre del
triunfador, todos los adversarios se encargaron de anunciar públicamente y a
nivel nacional su derrota, dando el nombre del agraciado, al mismo tiempo que
le deseaban éxitos.
El primero en hacerlo fue Meade, el Bronco
fue el segundo, y Anaya el tercero, uno detrás de otro pero cada quien en su
propio foro, su estilo y con sus seguidores.
Con esa actitud los tres superados mostraron
madurez, y con ello auxiliaron a la estabilidad económica y política del país,
y a ella correspondió una conducta sensata del triunfador.
La campaña electoral fue costosa y mala;
pero la votación en sí fue ejemplar, salvo algunas excepciones de robo y quema
de boletas electorales y oposición a que se instalaran casillas.
Pero en cambio hubo más de un 63% de
participación, por lo general los integrantes de casillas hicieron bien su
labor, y sobre todo la emisión del voto se llevó en sana paz. ¡Felicidades por
ello!
Los dos discursos emitidos por AMLO ya
como candidato triunfante reconocido, además, por el INE y el Presidente
Enrique Peña Nieto, tranquiliza a México, y al mundo.
De hecho, su conducta decidida a ejercer
el poder, y las multitudes que lo siguen, lo conduce desde ahora a seguir
llevando la agenda nacional. Será un presidente de más de seis años, puesto que
durante estos cinco meses anteriores a su toma de posesión el primero de
diciembre del año que transcurre, Peña Nieto ahora reducido, casi quedará
nulificado.
Uno de los primeros trabajos a desarrollar
será el de la reconciliación, la que debe promoverse entre la gente del pueblo,
y no sólo entre los altos funcionarios y los poderosos. Sólo de esa forma se
logrará una unidad nacional auténtica, y no ficticia.
Su inicial fuerza popular debe servir
desde ahora para bien y no para mal; debe encauzarse y organizarse por las vías
legales, para que trascienda más allá de México, pensando en que nuestro país
debe recobrar un liderazgo internacional, que lamentablemente se ha perdido.
El pueblo de México dio con su voto una
nueva orden: flanco izquierdo, ¡ya!; y ese viraje a nadie debe preocuparle,
mientras sea para bien de todos, o al menos, de la mayoría de los mexicanos.
Ya la realidad, y la buena voluntad de
todos establecerá un mejor equilibrio entre las partes.
Es más sano el optimismo en la vida
humana, sin perder el sentido crítico que produzca avances.