lunes, 13 de abril de 2015

Olvidar es lamentable
50 AÑOS DEL TEC
        Tres fechas han de recordarse respecto a la fundación del Instituto Tecnológico Regional de Morelia José María Morelos y Pavón número 12: la primera el 4 de abril de 1965 en la que se aperturaron los cursos en el edificio de la Secundaria Técnica No 60; la segunda el 1o de julio de 1965 en la cual la SEP mediante acuerdo le otorgó vida jurídica; y, la tercera el 30 de septiembre del 1965 cuando se inauguró el inmueble de ese instituto tecnológico en una de las lomas de Santiaguito, al norte de la ciudad.
        Cualquiera de las tres fechas que se acepte nos da, como hecho, el que ese instituto cumple 50 años de fructífera vida académica; es decir, no sólo cumple años, sino que ha cumplido con Morelia, con Michoacán, y con México.
        Son un orgullo, para todos, las cincuenta generaciones de alumnos que han soñado en el futuro a su paso por el TEC; ahí se han descubierto inventándose a sí mismas, dentro de ese fenómeno de enseñanza aprendizaje, en coexistencia con sus maestros y con el apoyo administrativo de los trabajadores de la institución.
        Ese tecnológico que comenzó hace medio siglo con un nombre demasiado largo, en su propia grandeza ha reducido su denominación a tres letras: TEC. Así le llamamos todos, el TEC, y siempre entendemos bien a qué tecnológico hacemos referencia.
        Hace diez lustros que todos sabíamos a quiénes se debía la fundación del TEC. Hoy, lamentablemente, casi nadie los recuerda.
        No es que entre tres lo hayan construido con sus propias manos; tampoco quiero decir que los tres lo hayan pagado de su personal patrimonio. Es obvio que el dinero empleado para su diseño, construcción, equipamiento, preparación y actualización de sus académicos y administrativos, salió de los recursos económicos de quienes con su esfuerzo e inteligencia producen bienes y servicios en México.
        Sin embargo, en aquel tiempo como en éste, aunque de diversa manera, quienes ejercen el poder tienen márgenes de determinación personal, las que a veces emplean para mal, pero en ocasiones para bien, para el bien social.
        Recordaré a los tres altos funcionarios públicos a quienes, en el ejercicio de sus atribuciones legales, les correspondió determinar la fundación del TEC: el Presidente de la República Adolfo López Mateos, el secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet, y el gobernador de Michoacán Agustín Arriaga Rivera.
        Los tres ya han muerto, en tiempos distintos y de maneras disímiles; pero por haber establecido el TEC, y por muchas otros motivos, los reconozco como funcionarios oportunos y certeros.
        De la misma manera aplaudo la labor positiva de todas las generaciones de alumnos, maestros y trabajadores fundadores, y de quienes ejercen y han ejercido como académicos y administrativos, del TEC.
        Thomas Mann, Premio Nobel de Literatura 1929, alumno de la Universidad Técnica de Múnich, expresó: "Olvidar es lo más lamentable y menos deseable de este mundo".
        ¡Recordemos!