Olvidar es
lamentable
50 AÑOS DEL TEC
Tres fechas han de recordarse respecto a
la fundación del Instituto Tecnológico Regional de Morelia José María Morelos y
Pavón número 12: la primera el 4 de abril de 1965 en la que se aperturaron los
cursos en el edificio de la Secundaria Técnica No 60; la segunda el 1o de julio
de 1965 en la cual la SEP mediante acuerdo le otorgó vida jurídica; y, la
tercera el 30 de septiembre del 1965 cuando se inauguró el inmueble de ese
instituto tecnológico en una de las lomas de Santiaguito, al norte de la
ciudad.
Cualquiera de las tres fechas que se
acepte nos da, como hecho, el que ese instituto cumple 50 años de fructífera
vida académica; es decir, no sólo cumple años, sino que ha cumplido con
Morelia, con Michoacán, y con México.
Son un orgullo, para todos, las
cincuenta generaciones de alumnos que han soñado en el futuro a su paso por el
TEC; ahí se han descubierto inventándose a sí mismas, dentro de ese fenómeno de
enseñanza aprendizaje, en coexistencia con sus maestros y con el apoyo
administrativo de los trabajadores de la institución.
Ese tecnológico que comenzó hace medio
siglo con un nombre demasiado largo, en su propia grandeza ha reducido su
denominación a tres letras: TEC. Así le llamamos todos, el TEC, y siempre
entendemos bien a qué tecnológico hacemos referencia.
Hace diez lustros que todos sabíamos a
quiénes se debía la fundación del TEC. Hoy, lamentablemente, casi nadie los
recuerda.
No es que entre tres lo hayan construido
con sus propias manos; tampoco quiero decir que los tres lo hayan pagado de su
personal patrimonio. Es obvio que el dinero empleado para su diseño,
construcción, equipamiento, preparación y actualización de sus académicos y
administrativos, salió de los recursos económicos de quienes con su esfuerzo e
inteligencia producen bienes y servicios en México.
Sin embargo, en aquel tiempo como en
éste, aunque de diversa manera, quienes ejercen el poder tienen márgenes de
determinación personal, las que a veces emplean para mal, pero en ocasiones
para bien, para el bien social.
Recordaré a los tres altos funcionarios
públicos a quienes, en el ejercicio de sus atribuciones legales, les
correspondió determinar la fundación del TEC: el Presidente de la República
Adolfo López Mateos, el secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet, y
el gobernador de Michoacán Agustín Arriaga Rivera.
Los tres ya han muerto, en tiempos
distintos y de maneras disímiles; pero por haber establecido el TEC, y por
muchas otros motivos, los reconozco como funcionarios oportunos y certeros.
De la misma manera aplaudo la labor
positiva de todas las generaciones de alumnos, maestros y trabajadores
fundadores, y de quienes ejercen y han ejercido como académicos y
administrativos, del TEC.
Thomas Mann, Premio Nobel de Literatura
1929, alumno de la Universidad Técnica de Múnich, expresó: "Olvidar es lo
más lamentable y menos deseable de este mundo".
¡Recordemos!