viernes, 17 de abril de 2015

"Hecho histórico"
ECONOMÍA MADE IN USA
        Hablar de un "hecho histórico" es referirse a un acontecimiento que, ajeno a la voluntad humana o provocado por ésta, en su extremada importancia se registra de inmediato, y para perdurar, en la memoria colectiva e individual de los seres humanos.
        La invención de la imprenta por Juan Gutenberg, en 1450, fue un hecho histórico; al igual que lo fueron la Segunda Guerra Mundial y el terremoto del 1985 en la Ciudad de México. Cito sólo ejemplos disímiles para aclarar el concepto.
        Empero, cuando Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, califica ante los integrantes de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión como "hecho histórico" el que la credibilidad que tiene el banco a su cargo "ha logrado que la depreciación cambiaria no se haya traspasado a precios", refleja su desconocimiento de lo que son los hechos históricos, su sobreestima errónea en los resultados de las acciones del banco central de nuestro país, su inconsciencia sobre los efectos de la devaluación del peso mexicano frente al dólar estadunidense, y su ignorancia por lo que respecta al alza de los precios a la vista de todos.
        Los hechos no son históricos por decreto o acuerdo gubernativo ni por lo que de ellos digan las autoridades despistadas.
        La credibilidad del pueblo sobre el Banco de México no es mucha; se observa, por desgracia, como una sucursal del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, y de los poderosos de Wall Street.
        Es de sentido común que los efectos que ocasionan los fenómenos económicos se pueden clasificar de inmediatos y mediatos, y que entre mezclados con todas, y cada una, de sus variaciones, cambian de efectos en relación al tiempo, al espacio, y a las circunstancias, lo que nada tiene, en sí, de "hecho histórico".
        Pero lo más lamentable es que el gobernador del Banco de México no registre el incremento de los precios de innumerables bienes y servicios.
        Si nos asomamos al sector salud, y vemos el precio de las consultas médicas, el de las medicinas, durante los pasados seis meses recientes, y el costo de la hospitalización y de las operaciones, nos daremos cuenta del incremento de sus valores comerciales.
        A tal grado se han elevado esos precios, que muchos mexicanos que asegurados al IMSS, o al ISSSTE, o con cobertura en la seguridad oficial, que por los deficientes servicios habían dejado de ir a éstos, al encontrarse imposibilitados para pagar costos en el mercado particular de la salud, han tenido que retornar a los centro médicos de donde huyeron.
        Nuestra economía, cada día más, es accesoria y dependiente de la poderosa economía de los Estados Unidos de América; y a éstos, absurdamente, parece convenirles que siga pegada con alfileres y saliva.
        Dadas esas circunstancias, deberíamos negociar con talento, para convencer a los gringos de la urgencia de mejorar económicamente a México, hasta para bien de ellos mismos.