En tela de juicio
TORTURA A LA
MEXICANA
En pleno mayo del 2014 el abogado
argentino Juan Méndez, relator especial de la ONU, ha suscribió sus
conclusiones de una visita oficial de trabajo que efectuó durante 12 días a
nuestro país: "La tortura en México es generalizada". Así de claro; ¡así
de preciso!
En los Sentimientos de la Nación,
presentados por José María Morelos el 14 de septiembre del 1813 ante el
Congreso de Anáhuac, en el decimoctavo encontramos la siguiente literalidad:
"Que en la nueva legislación no se admita la tortura".
Eso significa que ese cura insurgente
observó en la vida virreinal la admisión de la tortura e, incluso, en su
religión católica, la que quería como "... única, sin tolerancia de
otras", observaba constantemente a un Cristo torturado en una cruz con la
personalización de hijo de dios e hijo del hombre, por lo que consideró que la
Nación independiente a la que aspiraban no debía tener lugar ni en la nueva
legislación, y menos en la realidad, este tormento.
También en el Decreto Constitucional
para la Libertad de la América Mexicana, llamada comúnmente Constitución de
Apatzingán, promulgada el 22 de octubre del 1814, en sus artículos 22, 24, y
28, respectivamente se dispone: "Debe reprimir la ley todo rigor que no se
contraiga precisamente a asegurar las personas de los acusados"; "La
felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos, consiste en el goce de la
igualdad, seguridad, propiedad y libertad..."; y, "Son tiránicos y
arbitrarios los actos ejercidos contra un ciudadano sin las formalidades de la
ley."
En ese texto que en este año cumplirá
200 años, de su promulgación, se prohíbe tácitamente la tortura.
Si analizáramos todas y cada una de
nuestras constituciones veríamos que en forma expresa, o implícita, está
proscrita por ellas la tortura; sin embargo, el enviado de la ONU llega a la
conclusión de que la tortura, trabada constitucionalmente, goza de cabal salud
en pleno 2014.
Y eso que sólo enfocó su dictamen en la
tortura ejecutada por la autoridad, y no en la practicada por la enorme gama de
delincuencia que ejerce en México.
Agrega en su conclusión el relator:
"... casi todos los cuerpos policiacos mexicanos practican abusos en
contra de los detenidos... los policías detienen vestidos de civiles, sin
ninguna orden de arresto, entrando a los hogares sin permiso judicial,
amenazando a las familias y privándolas de su libertad, golpeándolas con manos,
pies, y todo tipo de armas e instrumentos, violando sexualmente, exhibiendo a
personas como delincuentes sin serlo, no permitiendo que intervengan los
abogados defensores... Y esto se practica con absoluta impunidad."
Incluye en estas delincuenciales
conductas a todas las policías, y a todas las fuerzas armadas del país;
asegurando: "Todos los habitantes de México son culpables, hasta que no
demuestren ser inocentes".
Este demoledor diagnóstico exhibe la
tortura a la mexicana. ¡Qué pena!, y qué responsabilidad.
Estamos en tela de juicio. El derecho
ordena lo que nadie cumple.