jueves, 15 de mayo de 2014

Derecho a la protesta
LIMITADO POR LA CONSTITUCIÓN
        En las escalinatas de la Columna de la Independencia, en la Ciudad de México, expusieron hace días un enorme letrero, estructurado por cuadros de un metro de ancho por dos de alto, conteniendo cada uno de ellos una sola letra, debidamente armados en estructura de madera.
        Ordenadas esas grandes letras, en su conjunto expresaban: "PROTESTAR ES UN DERECHO. REPRIMIR ES UN DELITO". Según versión de un testigo, las partes de este espectacular fueron bajadas de un vehículo del gobierno del Distrito Federal.
        El mensaje parece haber sido colocado en apoyo a quienes, desde una supuesta posición de izquierda, han venido protestando en el territorio de entidades federativas con problemas magisteriales. Y esa frase no por ser llamativa deja de ser falsa en esa expresión ambigua y absoluta.
        Explicaré. Es cierto que es un derecho humano garantido el asociarse y el reunirse. Así lo ordena el artículo 9o de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; empero, estos dos derechos no son ilimitados ni absolutos, sino que los concreta y limita, en principio, el mismo precepto fundamental que los establece.
        Por ello en esa misma norma constitucional se dispone que el asociarse y el reunirse debe realizarse de manera pacífica, con objeto lícito; y si van a deliberar debe ser sin armas.
        Y desde luego que los gobernados podemos asociarnos y reunirnos para pedir algo a las autoridades, y para protestar en contra de ellas, o de algún acto que las mismas haya realizado, pero siempre y cuando no se profieran injurias en contra de esa autoridad, ni se haga uso de la violencia en contra de ella ni se le amenace para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee.
        Así que protestar es un derecho, siempre y cuando no se haga con violencia, y se ejerza con un objeto lícito, y sin armas si van a deliberar. Es un derecho protestar, sí, pero siempre y cuando no se profieran injurias ni se haga uso de violencia ni amenazas, ni para intimidar a la autoridad y obligarla a que resuelva en el sentido que desean quienes protestan o solicitan algo.
        Desde luego que reprimir es un delito. Pero jamás será  represión cuando la autoridad competente aplique, conforme a derecho, la coercitividad en contra de quienes asociados o reunidos contravengan con sus actos violentos, injuriosos, amenazantes, intimidantes, a lo ordenado por ese artículo 9o de nuestra Carta Magna.
        ¡Qué mal se ven los alentadores de la violencia!, más cuando son vividores de ella. Con toda irresponsabilidad creen que a río revuelto hay ganancia de pescadores, cuando la situación de México, y sobre todo la de Michoacán, debería motivarnos a la unidad para hacerle frente a los graves problemas que estamos padeciendo.
        Alentar a la violencia sí que es un delito, más cuando se afecta el derecho del pueblo a vivir en paz, y en desarrollo.