Arrebatamos recursos
a la naturaleza
LUEGO, ELLA NOS
ARREBATA LA VIDA
Suele acontecer que los problemas más
importantes son los de menor interés periodístico. Las ocho columnas no
corresponden a la responsabilidad de los seres humanos respecto al planeta,
sino más bien son usadas para asuntos sentimentales "como el nuevo amor del
doctor Manuel Mireles, fundador del Consejo General de Autodefensa y
Comunitarios de Michoacán, con una jovencita de 18 años".
Obvio que ese asunto forma parte de su
vida privada, y merece todo nuestro respeto; sin embargo, algunos medios
masivos de comunicación lo han hecho público como noticia de especial importancia,
olvidándose de los graves problemas que nos aquejan.
¿Qué está pasando con tantos temblores
que sacuden al planeta Tierra por doquier?
Desde luego que siempre ha habido sismos
de muy diversas intensidades; empero, ahora, son más frecuentes y de mayores
sacudidas. Y es que a nombre del desarrollo, del avance científico y
tecnológico, estamos dejando oquedades enormes en las entrañas del planeta.
De sus fondos le hemos venido extrayendo
en asombrosas cantidades petróleo, gases, minerales, agua, y materiales
diversos. Y en su lugar ha quedado el vacío. Esto acelera los reacomodos de las
placas tectónicas, con meneos cada día más violentos.
Pero esas convulsiones del interior de
la Tierra vienen acompañadas de peligrosos tornados, huracanes, tsunamis,
desgajamientos de montañas, granizos de tamaño descomunal, extremosos fríos y excesivos
calores, lluvias desordenadas y torrenciales, entre otros desórdenes climáticos
nunca antes padecidos, al menos por las generaciones que han dejado registros
históricos.
Y todo lo anterior está también
provocado por la mano poco inteligente del ser humano. Son motivo de esos
desastres la gran cantidad de fábricas productoras de gases y desechos, los
millones de autos, camiones, trenes, aviones, barcos, en que nos movemos a
diversos lugares, y los que al final nos moverán a la catástrofe.
Pero el Hombre como depredador eficaz está
contribuyendo al calentamiento global, ocasionando que se pierdan los polos de
la Tierra, que queden hundidos continentes e islas; y a través de sus
actividades agrícolas, en forma espantosa, está destruyendo a la vida, en lugar
de alimentarla con inteligencia.
Las selvas y los bosques se han visto
mermados, devastados en porcentajes elevados, para ocuparlos como tierras de
cultivo. Para plantar aguacates, sembrar granos, o establecer simplemente
desarrollos urbanos sin sentido humano, sino únicamente con el ánimo de
multiplicar fortunas comprando hectáreas a peso, para vender a 7 mil pesos el
metro.
Las tierras ganaderas provocan metano en
cantidades peligrosas. El óxido nitroso proviene de las tierras fertilizadas.
El dióxido de carbono lo acarrea la silvicultura, la ganadería y las siembras.
La masividad humana con su industria,
urbanismo, y agricultura, ha alterado la vida del ecosistema planetario.
Es tiempo de reflexionar, por parte de
los más de 7 mil millones de personas que vivimos en el planeta, sobre cómo
cambiar el modelo de desarrollo. En el entendido de que se debe, ¡y se puede!