domingo, 16 de febrero de 2014

Víctimas de la inseguridad
¡UNÍOS!; EL INVIERNO CONCLUIRÁ
        El problema de la delincuencia organizada tiene que resolverse de manera integral; aplicando, entre otras medidas: la eficaz coercitividad del derecho, la oportunidad de empleo y/o estudio para todos, una mejor distribución de nuestra riqueza, la reconstrucción sólida de nuestra cultura, calidad educativa en todo el país.
        En esencia, todo lo antes expresado es lo que el 14 de febrero próximo anterior señaló Andrés Manuel López Obrador en el estado de San Luis Potosí; salvo que él suele decirlo en negativo y con frases ocurrentes e hirientes, por el papel que juega como opositor.
        Resulta curioso que lo señalado por AMLO es, substancialmente, lo mismo que externara el Presidente Enrique Peña Nieto en Michoacán diez días antes, pero en leguaje oficial.
        La mayoría de los mexicanos, desde hace lustros, venimos pensando y opinando lo mismo en relación a cómo afrontar nuestro grave problema de seguridad pública.
        Significa entonces que la mayoría aceptamos que se ataque a ese mal en sus efectos, con la aplicación responsable e inteligente de la fuerza pública; y consentimos que se destruyan sus raíces, y sus causas, con eficaces medidas culturales, económicas, laborales, educativas, y de orden familiar.
        Y quien debe implementar esas medidas es el gobierno mexicano, unido en sus tres niveles. No podemos hacerlo directa y personalmente todos. Lo que sí podríamos, y debemos hacer, es coadyuvar en todo lo que esté de nuestra parte para que el gobierno lo lleva a cabo con eficacia.
        Nadie, en su sano juicio, debe obstaculizar tan urgente tarea. Sólo alguien con deformaciones mentales desea que en esta delicada materia de seguridad pública el gobierno fracase, ya que su derrota sería la nuestra.
        El sexenio del Presidente Felipe Calderón Hinojosa ya concluyó. Es obvio que la guerra que él declaró en contra del narcotráfico y la delincuencia organizada no tuvo el efecto que todos deseamos. Ningún mexicano normal se alegró de ese fracaso, puesto que ese quebranto nos dañó a todos.
        Con esa misma coherencia debemos razonar ante la suposición de que ALMO fuese algún día Presidente de México, y que en ese carácter tuviera que organizar la solución para esa sentida cuestión de seguridad. Nadie deberá querer su fracaso ni en este asunto ni en ningún otro de interés colectivo.
        Lo que debemos hacer los mexicanos, ahora, es coadyuvar con nuestro gobierno para que cumpla con cada uno de los compromisos que contrae, y exigirle que nunca nos diga mentiras.
        Ni las migajas ni las limosnas van a dar solución integral a nuestras dificultades económicas. En nuestra vida nacional es necesario establecer el empleo y el estudio para todos. Siempre un empleo productivo de bienes y servicios; y, el estudio, como un permanente y cotidiano ejercicio para conocer y transformar todos los fenómenos del mundo, a efecto de descubrir e inventar una mejor vida para nosotros mismos.
        ¡Eso es posible!, y deseable. ¡Debemos unirnos!; el invierno concluirá.