Charlatanes
Protagónicos
PUBLICIDAD PARA LOS
EGOS
Una idea se puede expresar de diferentes
formas. El Presidente Adolfo Ruiz Cortines dentro de su austeridad retórica
solía señalar: "Sin prisas, pero sin pausas".
Sea de él, o de quienes en aquel sexenio
tenían a su cargo armar los discursos presidenciales, la frase descalifica a la
rapidez, pero cuando por dicha prontitud se cometen errores; también esa sentencia
desautoriza las interrupciones de la acción, cuando con ellas se pierde el
paso, el piso, y el peso.
Obvio que a la mitad de la década de los
años 50 del siglo XX ni la humanidad, ni México, habían adquirido la velocidad
que hoy hemos logrado en todos los órdenes; así, las prisas y las pausas de ese
entonces no pueden ser las mismas que las de ahora.
A la vez, los problemas de esas épocas
no eran tantos ni tan graves como los de hoy; empero, por otra parte, la
población mexicana vivía con mayor ingenuidad, y con márgenes amplios de
confianza.
En el segundo mes del año 2014 vivimos
con desconfianza generalizada frente a todos los poderes: políticos,
económicos, religiosos, educativos; y nuestra malicia se agudizó a grado
extremo. La gente detecta con facilidad la maraña problemática que nos ahoga, y
oye a los influyentes con una retórica oficial desgastada que los revela como charlatanes
protagónicos, o simples pícaros labiosos.
Todo eso podría superarse si nos
habláramos con la verdad, si nuestras palabras transmitieran con sinceridad
nuestras ideas, y si nuestros pensamientos coincidieran plenamente con la
realidad que se encuentra a la vista de todos.
Entonces, ordenando nuestras ideas en
base a reflexiones responsables, podríamos bien decir, pero sobre todo actuar
con éxito en beneficio de la población.
Más cuando observamos que ante los problemas
severos, de nuestro tiempo, los poderosos no están a la altura de las
circunstancias. Las urgencias no son atendidas con oportunidad; y, con este
retraso añadido, las dosis no son exactas ni los remedios tampoco.
Es tal el desenfoque, la insensibilidad
y la incongruencia de estos prepotentes, que ante la inseguridad, el desempleo,
el mal servicio educativo, la pobreza, entre otros males presentes, muchos
políticos, en pleno ejercicio de poder, pagan enormes despliegues de publicidad
para su ego, sin estar siquiera en épocas de campañas electorales.
Y lo peor, gastan este despilfarro
infecundo con dinero del erario, con nuestros impuestos. Y ahí se ven, en
grandes anuncios espectaculares en las azoteas de los edificios, en las orillas
de los libramientos, a las entradas de las ciudades, su foto y su nombre; y
acaso, como pésimo apéndice, una frase vacua que produce vergüenza ajena.
Independientemente de las violaciones a
la legislación electoral, es urgente secar todo gasto electivo. El desarrollo
de la democracia está, primero, en el campo de la cultura, la economía, en el
hogar, en la escuela, en la política, entendida ésta como un fenómeno social,
sin el burocrático y costosísimo pegoste electivo que hoy padecemos.