Torbellino de
Cacareos
AL GOLPE DE LOS
HECHOS
Mucha gente que ha militado
políticamente en la oposición al gobierno federal, desde el ejercicio del Presidente
Fox, solía decir en tono de reproche y desconfianza cada vez que se aprehendía
a un narcotraficante de menor categoría: "¿Por qué no reaprehenden al
Chapo Guzmán?"
Hoy que la administración del Presidente
Enrique Peña Nieto logra reatrapar a ese destacado personaje que apareció en la
lista de los más ricos del mundo, en la revista Forbes, esos mismos opositores
desestiman tal triunfo: "con esa aprehensión están haciendo puro
circo"; "con eso no logran más que podar al crimen organizado, al que
le crecerán más y mejores chapos"; "mejor deberían afectarles las
estructuras financieras a tales cárteles".
Y al hacer esas críticas por prejuicio,
miedo, dogma u odio, sin reconocer el avance obtenido en esa materia por el
Ejecutivo Federal, esos mismos reclamantes afectan la posible razón que puede
asistir a sus decires.
A ese equívoco de los antagonistas que
lo mismo criticaron porque no aprehendían al Chapo, como ahora lo hacen porque
ya lo aprehendieron, se suma el error de una parte del gobierno mexicano que es
muy proclive al sobre exceso de publicidad.
Que los medios masivos de comunicación
en todo el mundo, o en México, magnifiquen una nota de plana roja, no es digno
de ningún reconocimiento, es motivo de reproche y crítica; empero, que desde el
gobierno de nuestro país se aliente todo un torbellino de cacareos por un
asunto penal federal es un desliz, por más importante que sea este logro de la
PGR y las fuerzas armadas. ¡Cacarear al huevo tiene su límites!
Urge que los asuntos de barandilla, por
más delicados e trascendentes que sean, ocupen su lugar ordinario y común en
los medios de comunicación masiva; y si por su naturaleza ganan las ocho
columnas y el sitio titular, que no rebase su publicitación las 24 horas, pues
tontejamente se convertiría en el tema de nuestro tiempo.
Hasta el momento se observa que el
Gobierno Mexicano va avanzando con paso firme y bien orientado en la seguridad
pública y en la procuración de la justicia. Va acotando al crimen organizado y
al narcotráfico. Estos hechos debemos reconocerlos. Nos veríamos mezquinos si
no lo hiciéramos.
Sin embargo, la tarea no ha terminado ni
terminará, puesto que estamos tratando de una labor pública y social que tiene
que hacerse todos los días, como la limpieza en toda casa, de todo hogar.
Más cuando se trata de una labor que no
puede quedar sólo en las manos de la policía, del ejército, de la marina, de
los ministerios públicos, sino que requiere de tratamientos culturales,
económicos, políticos, laborales, religiosos, y educativos.
Por ello, no es en los periódicos,
revistas, radio, televisión, ni en el internet ni en las redes sociales
cibernéticas, en donde la gente tiene que observar y valorar los avances en la
seguridad pública, sino de manera personal en su vida cotidiana.