Anticipadamente
habían convocado al pueblo a manifestar su protesta en contra del nuevo
Presidente; citándose, para ese fin, en el Ángel de la Independencia, y
aclarando de palabra que sería en actitud de "resistencia civil
pacífica".
Empero,
la realidad fue otra: atacaron hoteles, bancos, restaurantes, tiendas,
monumentos, robando desmadradamente lo que consideraron valioso; e, incluso,
utilizando camiones y utensilios propiedad del gobierno del Distrito Federal.
Las
fuerzas de seguridad pública deben imponer el orden ante delitos en flagrancia,
y practicar las detenciones necesarias por disposición constitucional; y, eso fue
lo que hizo la Policía Federal, ajustando a derecho ese acto de gobierno.
Tan
es así, que el mismo Marcelo Ebrard Casaubón, jefe de gobierno del Distrito
Federal, de filiación perredista, lo condenó como "un acto de barbarie
cometido por anarquistas". Igual hizo Miguel Ángel Mancera Espinosa,
próximo jefe capitalino: "cuando se cometen actos vandálicos, la ciudad
tiene que reaccionar, con toda la fuerza y la firmeza necesarias".
En
cambio, los incitadores al crimen condenaron la aplicación de la ley por parte
de los policías. Ellos pueden incendiar, lesionar, destruir, robar, pero los
salvaguardas del orden no deben cumplir con su deber; así, con ese desparpajo
cínico, exigen la renuncia del secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio
Chong, y del subsecretario de Seguridad Pública Manuel Mondragón y Kalb, pues,
según ellos, "no hay razón para que hayan agredido a los
manifestantes".
Su violencia no es violencia. La
única fuerza debe ser la suya. La coercitividad del Estado es represión. Se
autocalifican de pacíficos, y promueven y ejercen la intimidación y el terror.
Al decir una cosa, y al hacer otra distinta, se tornan incongruentes, y se
descalifican éticamente.
Esas formas de organización violentas requieren dinero, y
maldad. Hay y habrá opositores de Enrique Peña y del PRI, y deben tener
garantizado su derecho de expresión, pero conforme lo establece nuestra Carta
Magna.
El inicio del gobierno de Peña Nieto comienza bien,
incluyendo el acto de autoridad con el que se aplicó el derecho contra gente
que exclusivamente siembra caos y odio. ¡Qué contradicción!, después de haber
sido apóstoles de la república del amor, hoy son piñatas rellenas de violencia.
Curiosamente, después de la detención de 69 implicados en
actos delictivos, salen el resto de los opositores a las calles a reclamar la
liberación de sus cómplices. Igual que en Morelia, recientemente, en el DF
repiten el esquema.
Por otra parte, los 5 ejes de gobierno y las 13
decisiones ejecutivas que expresó en su discurso el Presidente Enrique Peña
Nieto son muy aceptables, y aceptadas. Los mexicanos apoyamos esas
determinaciones. Por el bien de todos auxiliemos a que se cumplan.