Independientemente
del destino de esta iniciativa, ante nuestro Congreso Constituyente Permanente,
su forma y sus contenidos se observan endebles e irrelevantes frente a la
magnitud del actual problema educativo nacional.
En
la forma, la naturaleza del derecho no tiene el alcance para resolver, por sí,
el fondo de los graves problemas.
Con
simples reformas y adiciones a nuestra constitución federal no solucionamos las
dificultades indígenas, ni las de la salud ni eso de la vivienda digna y
decorosa ni la inseguridad ni el desempleo, ni menos los conflictos educativos.
Por
ingenuidad o demagogia cada vez que se agudiza un problema se pretende
remediarlo con modificaciones constitucionales; y ni se soluciona, y sí se distorsiona
al sistema jurídico, haciendo de la constitución un texto de excelentes
propósitos, a cumplir hacia un futuro incierto.
Así,
la realidad va por un rumbo, mientras la norma jurídica camina por otro; así,
nos corrompemos y nos degradamos todos; y, así no se educa.
Ante
la problemática que nos avasalla, el derecho sólo es un coadyuvante de los
actos de gobierno que deben ir motivados y fundados. Esos actos de autoridad
contra los males educativos deben aplicarse a las causas y a los efectos de la
contrariedad.
El
problema educativo no se resolverá si no se entiende. Es superficial creer que
la esencia de la complicación es sindical, y que el supuesto enemigo de una
lideresa es la medicina mágica.
La
educación no sólo es la escolar. La educación escolarizada es una pequeña parte,
comparada con la educación en el seno de la familia, en la calle, en las
fuentes de trabajo, en los medios masivos de comunicación, en el ejercicio del
poder público, en los espectáculos, en el amplio espectro de la vida.
El
gobierno mexicano gasta mucho so pretexto de la educación escolar, criminal
manera de tirar el dinero del pueblo; empero, el gobierno debe gastar mucho en
educación, pero de veras en educación pública para todos, y de calidad.
En
la educación, escolarizada o no, fracasarán sin duda todas las reformas
elaboradas desde los escritorios, por sabios, o por resabios, que no entran a
clase todos los días, y que no saben prácticamente qué es, en qué consiste el
problema real de la enseñanza aprendizaje entre alumnos y maestros.
Cuando el maestro y sus alumnos
cierran la puerta del aula, afuera quedan todos los líderes y los burócratas de
la educación con sus planes y sus programas, con sus normas y sus evaluaciones.
Claro, si hay maestro, y si hay
alumnos.